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La novela que te hará pensar

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"Otro Génesis posible" - La novela de Daniel Galatro

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miércoles, 16 de septiembre de 2015

2 entrevistas al Papa Francisco


ROMA, 14 Sep. 15 / 04:11 am (ACI).- El Papa Francisco concedió una nueva entrevista, esta vez a la periodista católica Aura Miguel de Radio Renascença, realizada el pasado 8 de septiembre. En este diálogo el Santo Padre habla de los jóvenes, del desafío de los refugiados, del Jubileo de la Misericordia, de la Virgen de Fátima, del Sínodo de la Familia que se realizará en el Vaticano en octubre; entre otros importantes temas.

A continuación el texto completo de la entrevista:

P. Antes que nada Santidad, gracias por esta entrevista. Es un privilegio para Radio Renascença poder estar con usted en este diálogo exclusivo.

R. Para mí también es un gusto porque estos días están aquí todos los Obispos de Portugal y ayer estuve toda la mañana con los Obispos portugueses. Así que esta entrevista coincide.

P. Para un Papa que viene del “fin del mundo” cómo ve a Portugal y a los portugueses?

R. En Portugal estuve sólo una vez en el aeropuerto, hace años, cuando venía para Roma, en un avión de la Varig, que hacía escala en Lisboa y, así, conozco el aeropuerto, pero sí conozco muchos portugueses. Y en el Seminario de Buenos Aires, había muchos empleados migrantes portugueses. Y gente buena, que tenía mucha familiaridad con los seminaristas. Y papá tenía un compañero de trabajo portugués. Me acuerdo el nombre, Adelino, bueno y una vez me tocó conocer una señora portuguesa de más de 80 años, que también me causó buena impresión. Es decir, no conocí ningún portugués malo.

P. [¡Qué suerte…!] En su discurso a los obispos portugueses, además de elogiar al pueblo portugués y ver a la Iglesia con serenidad, el Santo Padre manifiesta dos preocupaciones: una en relación a los jóvenes y otra en relación a la catequesis. El Santo Padre usa una imagen diciendo que “los vestidos de primera comunión ya no le sirven a los jóvenes” pero que “ciertas comunidades insisten en usarlos”… ¿Cuál es el problema?

R. Es un modo de decir, ¿no cierto? Los jóvenes son más informales y tienen su propio ritmo. A un joven hay que dejarlo crecer. A un joven hay que acompañarlo. No dejarlo solo, acompañarlo. Y saber acompañarlo con prudencia, saber hablar en el momento oportuno, saber escuchar mucho.

Un joven es inquieto. No quiere que lo molesten. Y en ese sentido, se puede decir que el vestido de primera comunión no les va. En cambio, a los chicos, cuando hacen la comunión, les gusta el vestido de primera comunión. Es una ilusión. Los jóvenes tienen otras ilusiones, que son muchas veces muy buenas, pero hay que respetar porque ellos mismos no se entienden, porque están cambiando, están creciendo, están buscando, ¿no? Luego al joven hay que dejarlo crecer, hay que acompañarlo, respetarlo y hablarle muy paternalmente, ¿no?

P. Porque, al mismo tiempo, hay una exigencia a proponer… ¡pero muchas veces esa exigencia no es atractiva!

R. Por eso hay que buscar cuál es lo atractivo de un joven y que le exija. Por ejemplo, un caso concreto. Si usted a un joven le propone –y esto lo vemos en todas partes– hacer una caminata, un campamento o ir a misionar a otro lado, o a veces ir a un “cotolengo” a cuidar enfermos una semana o quince días, se entusiasma, porque quiere hacer algo por los demás. Está involucrado.

P. ¿Involucrado?

R. Sí, entra dentro. Se compromete. No mira de afuera. Se involucra, o sea, se compromete.

P. Entonces ¿por qué no se queda?

R. Porque está caminando.

P. ¿Y cuál es el desafío que la Iglesia, entonces, debe enfrentar? El Santo Padre también habló de una catequesis, que muchas veces permanece teórica y falta esta capacidad de proponer el encuentro…

R. Pues es importante que la catequesis no sea puramente teórica. No sirve. La catequesis es darle doctrina para la vida y, por lo tanto, tiene que ser de tres lenguajes, con tres idiomas: el idioma de la cabeza, el idioma del corazón y el idioma de las manos. Y que la catequesis entre en esos tres idiomas.

Que el joven piense y sepa cuál es la fe, pero que, a la vez, sienta con su corazón lo que es la fe. Y a la vez, haga cosas. Si la catequesis le falta una de las tres lenguas, de los tres idiomas, no va. Los tres lenguajes: pensar lo que se siente y lo que se hace, sentir lo que se piensa y lo que se hace, hacer lo que se siente y lo que se piensa.

P. Escuchando a Su Santidad, esto parece obvio… pero mirando a veces – sobre todo en la vieja Europa, en la vieja cristiandad – no es así. ¿Qué es lo que falta? ¿Cambiar de mentalidad? ¿Cómo se hace?

R. No, el cambiar mentalidad, no sé, porque no conozco todo, ¿no?, pero sí metodología catequética, a veces no es completa, es verdad. Buscar la metodología catequística que junte las tres cosas: las verdades que se deben creer, lo que se debe sentir y lo que se hace, lo que se debe hacer, todo junto.

P. Santidad, para el centenario de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, esperamos que vaya a Portugal. Tres Papas ya nos visitaron (Juan Pablo II tres veces). Usted, que ama mucho a Nuestra Señora, ¿qué espera de su visita en 2017?

R. Bueno, vamos a aclarar las cosas. Yo tengo ganas de ir a Portugal para el centenario. También en 2017 se cumplen trescientos años del encuentro de la imagen de la Virgen de Aparecida.

P….¡Una fecha estereofónica en dos lados! (risas)…

R. Así que estoy también con ganas de ir allí. Allá prometí ir. Portugal, dije, tengo ganas de ir y me gustaría ir. Es más fácil ir a Portugal porque uno puede ir y volver en el día, un día pleno o, al más, un día y medio o dos días. Ir a la Virgen. La Virgen es Madre, es muy madre, y su presencia acompaña al pueblo de Dios. Por eso quisiera ir a Portugal, que es privilegiada.

P. ¿Y qué espera de nosotros los portugueses? ¿Cómo podemos prepararnos para recibir y también para seguir lo que pide Nuestra Señora?

R. La Virgen lo que pide siempre es que recemos, que cuidemos la familia, los mandamientos. No pide cosas raras. Que recemos por la gente que está desorientada, que se dice los pecadores. Todos somos, yo soy el primero. Pero la Virgen pide –y prepararse con esas peticiones de la Virgen, ¿no?, esos mensajes tan de madre, ¿no? Tan de madre, ¿no? Y que se manifiesta a los niños. Es curioso, siempre busca almas muy sencillas, ¿no?, muy sencillas.

P. Esta entrevista acontece en plena crisis de refugiados. Santo Padre, ¿cómo vive esta situación?

R. Es la punta de un iceberg. Vemos estos refugiados, esta pobre gente, que escapa de la guerra, que escapa del hambre, pero esa es la punta del iceberg. Pero debajo de eso, está la causa, y la causa es un sistema socioeconómico y malo, injusto, porque dentro de un sistema económico, dentro de todo, dentro del mundo, hablando del problema ecológico, dentro de la sociedad socioeconómica, dentro de la política, el centro siempre tiene que ser la persona. Y el sistema económico dominante hoy día descentró a la persona y al centro está el dios dinero, es el ídolo de moda. O sea, hay estadísticas, yo no me acuerdo bien, pero –esto no es exacto y me puedo equivocar- que el 17% de la población del mundo tiene el 80% de las riquezas.

P. Y esta explotación de las riquezas de los países más pobres, a mediano plazo trae consecuencias: una de estas es que todos ahora quieren venir a Europa …

R. Que es lo mismo que sucede en las grandes ciudades. ¿Por qué se forman las “favelas” en las grandes ciudades?

P. El criterio es el mismo…

R. El mismo. Es gente que viene del campo porque han deforestado, han hecho el monocultivo, no tienen trabajo, y van a las grandes ciudades.

P. En África también es igual…

R. En África…O sea, es el mismo fenómeno. Entonces, esta gente emigrada viene a Europa –es lo mismo– buscando un sitio y, claro, para Europa en este momento es una sorpresa, porque es difícil de creer que esté sucediendo esto, ¿no?, pero sucede.

P. Pero el Santo Padre cuando fue a Estrasburgo, dijo que era “necesario actuar sobre las causas y no solo sobre los efectos”. Y parece que nadie escuchó y ahora todos los efectos están a la vista…

R. Hay que ir a las causas.

P. Y nadie ha escuchado, muy probablemente…

R. Donde las causas son el hambre, poner fuentes de trabajo, inversiones. Donde la causa es la guerra, buscar la paz, el trabajo por la paz. Hoy día, el mundo está en guerra, está en guerra contra sí mismo, o sea, el mundo está en guerra –como yo digo- guerra por entregas, por pedazos, pero también está en guerra contra la tierra, porque está destruyendo la tierra, o sea nuestra casa común, el ambiente, los glaciares se están disolviendo. En el ártico, el oso blanco se va cada vez más al norte para poder sobrevivir.

P. Y la preocupación por el hombre y su destino, parece ignorada… ¿Cómo ve usted la reacción ahora de Europa, con tantas posturas diversas: unos construyen muros, otros escogen a los refugiados según su religión, otros aprovechan esta situación para hacer discursos populistas…?

R. Cada cual saca de su cultura una interpretación, ¿no? Y a veces, la interpretación ideológica o de las ideas es más fácil que el hacer las cosas, que la realidad, ¿no? Vamos lejos de Europa, otro fenómeno que a mí me dolía mucho. Los “rohingya” que fueron expulsados de su país y, bueno, están en un barco y van, llegan a un puerto o a una playa, les dan agua, les dan de comer y, después, otra vez al mar. No los acogen, o sea, la capacidad de acogida de la humanidad falta.

P. Porque no es tolerar, es más que tolerancia, ¡es acogida!

R. Acoger, acoger a la gente, ¿no?, y acoger como venga. Yo soy hijo de migrantes y soy de la oleada migrante del año 29, pero en Argentina, desde el año 84 -1884-, empezaron a llegar italianos, españoles, portugueses no sé cuándo llegó la primera “ondata” portuguesa, pero portugueses, sobre todo de estos tres países, ¿no? Y llegaban allá y algunos tenían dinero, otros iban al hotel de inmigrantes y allá los mandaban a ciudades. Iban a trabajar, buscaban trabajo.

Es verdad que en aquella época hubo trabajo, pero en mi misma familia, que tenían trabajo –llegaron en el 29-, en el año 32, con la crisis económica del 30, se quedaron en la calle, sin nada, y mi abuelo compró un almacén con dos mil pesos que le prestaron. Y mi papá, que era contador –“ragioniere”- hacía el reparto con la canasta, o sea, tenían ganas de luchar, de vencer, ¿no? Yo sé lo que es la migración. Y después vinieron las migraciones de la segunda guerra, sobre todo del centro de Europa, mucho polaco, mucho polaco, eslovacos, croatas, eslovenos y también de Siria y del Líbano. Y siempre nos llevamos bien ahí.

En Argentina no hubo xenofobia y ahora hay migración interna de América, de otros países de América vienen a Argentina, aunque estos últimos años disminuyó por la falta de trabajo en Argentina.

P. Y también de México para los Estados Unidos… es todo un fenómeno.

R. El fenómeno migratorio es una realidad, pero yo quisiera tocar un tema que, sin reprochar a nadie, ¿no?, pero cuando hay un espacio vacío, la gente busca llenarlo. Si un país no tiene hijos, vienen migrantes a ocupar el lugar. Pienso en el nivel de nacimientos de Italia, Portugal y España. Creo que es casi el 0%. Entonces, si no hay hijos, hay espacios vacíos. O sea, ese no querer tener hijos, que, en parte –es una interpretación mía, no sé si es correcta-, es un poco la cultura del “benessere” (bienestar), ¿no? Yo he escuchado dentro de mi familia mismo, acá de mis primos italianos, hace años que “no, chicos no, preferimos viajar en las vacaciones o comprar una villa, o esto o aquello”. Y entonces, los ancianos quedan solos. Creo que el gran desafío de Europa es volver a ser la madre Europa…

P. …y no a la…

R. …abuela Europa.

P. En portugués (el Papa interrumpe la pregunta)

R. Perdón, hay países de Europa que son jóvenes. Por ejemplo, Albania. Albania, a mí me impresionaba. Gente de 40 años, 45 años. Bosnia-Herzegovina. O sea, países que se han rehecho después de una guerra, ¿no?

P. Por eso el Santo Padre los visitó…

R. Ah, sí, claro. Es un signo a Europa.

P. Pero este desafío de acogida a estos refugiados que están por entrar, en su perspectiva, puede ser muy positivo para Europa… ¿es un beneficio? ¿Es una provocación? Finalmente, de algún modo, ¿Europa puede despertar, cambiar de rumbo?

R. Puede ser. Es verdad, también quiero reconocer que las condiciones de seguridad territorial hoy día no son las mismas de otra época, porque, es verdad que tenemos a 400 kilómetros de Sicilia una guerrilla terrorista sumamente cruel, ¿no? Entonces, el peligro de la infiltración, eso es verdad, ¿no?

P. Y que puede llegar hasta Roma…

R. Ah sí. Nadie aseguró que Roma sea inmune a esto, ¿no?, pero se pueden tomar precauciones y la gente que viene… toda a trabajar. Claro, también hay otro problema, es que Europa tiene una crisis laboral muy grande. En un país -hablo de tres países, no los voy a nombrar-, pero importantes de Europa. De 25 años para abajo, la desocupación de jóvenes de 25 para abajo es, en un país del 40%, en otro país del 47%, y en otro del 50%. Hay una crisis laboral. El joven no encuentra trabajo. O sea que se mezclan muchas cosas.

No hay que ser simplistas en esto. Evidentemente, viene un refugiado con las medidas de seguridad de todo tipo y hay que recibirlo porque es un mandamiento de la Biblia. Moisés le dice a su pueblo: “recibí al forastero porque acordate que vos fuiste forastero en Egipto”, ¿no?

P. Pero lo ideal sería que no deban huir, que se queden en sus tierras, ¿no?

R. Eso, sí.

P. Santo Padre, en el Ángelus del domingo lanzó este desafío de acogida. ¿Ya hubo reacciones? ¿Qué espera en concreto?

R. Yo lo que pedí fue esto, que cada parroquia, cada instituto religioso, cada monasterio, acoja una familia. Una familia, no una persona. Una familia da más seguridad de contención, un poco para evitar que haya infiltraciones de otro tipo.

Cuando hablo de que una parroquia acoja una familia, no digo que vayan a vivir a la canónica, a la casa parroquial, sino que toda la comunidad parroquial vea si hay un lugar, un rincón de un colegio para hacer un “departamentito” o, en el peor de los casos, que alquile un modesto departamento para esa familia, pero que tengan techo, que sean acogidos, y que se los integre dentro de la comunidad. Ya hubo muchas reacciones, muchas, muchas, ¿no? Hay conventos que están casi vacíos.

P. Hace dos años el Santo Padre ya hizo este llamado y ¿qué resultados hubo?

R. Hay cuatro solamente. Uno de ellos, los jesuitas. Muy bien, los jesuitas. Pero es serio. Es que ahí también hay una tentación del dios dinero. Algunas congregaciones dicen “no, ahora que está el convento vacío, vamos a hacer un hotel, un ‘albergo’, y podemos recibir gente y, bueno, y con eso nos mantenemos o ganamos dinero”. Bueno, si querés hacer eso, pagá los impuestos.

Un colegio religioso porque el religioso está exento de impuestos, pero si trabaja como hotel que pague los impuestos como cualquier hijo de vecino. Si no el negocio no es muy sano.

P. Y el Santo Padre ya ha dicho que aquí en el Vaticano se acoge a dos familias…

R. Dos familias, sí. Cierto, ayer me dijeron que ya estaban ubicadas las familias, las dos parroquias del Vaticano se encargaron de buscar.

P. ¿Y están identificadas?

R. Sí, sí, sí, ya están. Y eso lo hizo el Cardenal Comastri, que es mi Vicario General para el Vaticano, con el encargado de la Limosnería, que es Monseñor Konrad Krajewski, que trabaja con la gente, con los “homeless”, es el que hizo las duchas debajo de la columnata, el servicio de peluquería. Realmente es una maravilla, que lleva a ver los Museos y la Sixtina a la gente de la calle.

P. ¿Y hasta cuándo se quedan estas familias?

R. Hasta que el Señor quiera. No se sabe esto, cómo va a terminar esto, ¿no? De todas maneras, yo quiero decir que Europa tomó conciencia, ¿eh? Y yo le agradezco, le agradezco a los países de Europa que hayan tomado conciencia de esto.

P. La Radio Renascença, esta radio que lo entrevista, se ha adherido en Portugal a una iniciativa conjunta que integran instituciones cristianas y de otras religiones, con el deseo de acoger y actuar en favor de los prófugos. El Santo Padre, ¿nos puede decir algunas palabras de aliento a los que ayudan y también a nuestros oyentes y cuántos trabajan allí?

R. Los felicito, les agradezco lo que están haciendo y les doy un consejo: el día del Juicio Final, ya sabemos sobre qué vamos a ser juzgados –está escrito en el capítulo 25 de San Mateo–, cuando Jesús les diga: “estuve con hambre, ¿me diste de comer?”. Y ellos van a decir: “sí”. “¿Y cuando estuve sin refugio, como refugiado, me ayudaste?”. “Sí”. Los felicito, van a probar el examen.

Una cosa quería decirle también. El trabajo con los jóvenes desocupados. Creo que acá es urgente que, sobre todo en las congregaciones religiosas que tienen como carisma la educación, pero también los laicos, los educadores laicos, inventen cursos pequeños, escuelas de emergencia. Entonces, un joven que está desocupado, estudia seis meses cocina, o estudia seis meses para gasista o para calefaccionista o –siempre se rompe un techo- o para pintor. Entonces, siempre con ese oficio tiene la posibilidad encontrar un trabajo, aunque sea parcial, de momento.

Hacer lo que nosotros llamamos hacer una “changa”, no sé cómo… (la periodista pregunta: ¿changa?) Changa, sí. Es un trabajo ocasional, ¿eh?, una “changa”, bueno. Y con eso no está del todo desocupado, pero hoy es el día de la, es el momento de la educación de emergencia, que es lo que hizo Don Bosco.

Don Bosco, cuando vio la cantidad de chicos que había en la calle, dijo hay que hacer educación, pero mandar los chicos a hacer la media, y la media humanística, no. Oficios. Entonces, preparó carpinteros, plomeros, que los enseñaban a trabajar y ya tenían para ganarse el pan. Y Don Bosco tuvo eso.

Y ahora quiero contar una anécdota de Don Bosco. Aquí, en Roma, cerca de Trastevere, donde (la periodista interviene: “era una zona pobre”) Sí, era una zona muy pobre, pero es ahora la zona de moda de los jóvenes para la “movida”, ¿no? Bueno. Don Bosco pasó por ahí, iba en una carroza ahí, un carro, no sé, y le tiraron una pedrada que rompió el vidrio. Hizo detener y dijo: “este es el lugar donde tenemos que fundar”. O sea, frente a una agresión, no lo vivió como agresión.

Lo vivió como desafío para ayudar a gente, a chicos, a jóvenes, que solamente sabían agredir. Y hoy día, hay una parroquia salesiana ahí que forma jóvenes y chicos, con sus escuelas, sus cosas. Bueno, esto –vuelvo al tema de los jóvenes, ¿no?– lo importante que es hoy, a los jóvenes que no tienen trabajo, dar educación de emergencia sobre algún oficio para que puedan ganarse la vida.

P. El Santo Padre es muy crítico del estilo de vida occidental y de Europa, el así llamado primer mundo, muy centrado en el bienestar. ¿Qué cosa le fastidia más?

R. Bueno, es decir, también en las grandes ciudades americanas, sea de Norteamérica o de Sudamérica, existe este mismo problema. No es solamente de Europa. (Interviene la periodista “es el llamado primer mundo…”). Sí, grandes ciudades. En Buenos Aires hay un gran sector de la cultura del bienestar, ¿no?, y por eso también hay esos cordones alrededor de las ciudades, “favelas”, todas esas cosas, ¿no? Yo a Europa no le echaría en cara tanto hoy eso, ¿no?

Hay que reconocer que Europa tiene una cultura excepcional. Realmente, son siglos de cultura, ¿no? Y eso da también un bienestar intelectual y, yo, en todo caso, lo que yo diría de Europa es su capacidad de retomar un liderazgo en el concierto de las naciones. O sea, que vuelva a ser la Europa que marca rumbos, pues tiene la cultura para hacerlo.

P. ¿Pero mantiene la identidad hoy Europa? ¿Está en condiciones de afirmar su identidad?

R. Lo que dije en Estrasburgo lo pensé mucho antes de decirlo. O sea, que repetiría un poco eso, ¿no? Europa todavía no se murió. Está media abuelita, pero puede volver a ser madre. Y yo tengo confianza en los políticos jóvenes. Los políticos jóvenes hablan otra música. Hay un problema mundial que afecta no solo a Europa, sino a todo el mundo, y es el problema de la corrupción. La corrupción en todos niveles. Eso también indica un bajo nivel moral, ¿no?

P. El Santo Padre habla de eso en su última encíclica y pide que los pueblos sean más conscientes. En tanto se verifica muchas abstenciones. Si vemos el resultado de las elecciones, la abstención es casi mayor que la de un partido…

R. Porque la gente no… está desilusionada. En parte, por la corrupción. En parte, por la ineficacia. En parte, por los compromisos adquiridos previamente. Y, sin embargo, Europa puede, puede e debe –y yo afirmo lo que dije en Estrasburgo-, Europa tiene que tomar su rol, o sea, recuperar su identidad. Es verdad que Europa se equivocó. No se lo echo en cara, lo recuerdo no más. Cuando quiso hablar de su identidad, no quiso reconocer, quizá lo más hondo de su identidad, que es su raíz cristiana, ¿no? Ahí se equivocó. Bueno, pero todos en la vida nos equivocamos. Está a tiempo de volver a su…

P. Santidad, una pregunta para el “oyente común”, también debida a esta tendencia de individualismo: ¿Qué cosa puede tocar la libertad de uno que “hace lo que quiere” y que ha sido educado desde niño con un concepto de felicidad según el cual “la felicidad es no tener problemas”? Generalmente, se educa a los niños con este deseo de que “la felicidad es no tener problemas y hacer lo que uno quiere” (risas)

R. Una vida sin problemas es aburrida. Es aburrimiento. El hombre tiene en su interior la necesidad de enfrentar y resolver conflictos, y resolver problemas. Evidentemente, una educación para no tener problemas es una educación aséptica, aséptica. Y haga la experiencia usted misma.

Tome un buen vaso de agua mineral, un agua común o agua del “rubinetto”, y después tome un vaso de agua destilada. Le va a dar asco. El agua destilada no tiene problemas. Es educar a los chicos en el laboratorio, ¿no?, por favor.

P. Arriesgar es importante…

R. El riesgo, siempre proponer metas. Para educar, hace falta usar los dos pies. Educar bien. Tener un pie bien apoyado en la baldosa (periodista: “¿baldosa?”) el pavimento, el pedazo de pavimento, bien apoyado. ¿El otro pie bien apoyado ahí? No, el otro pie un paso adelante y ver si puedo apoyar. Y cuando lo tengo apoyado el otro, levanto este y… eso es educar. Apoyarse sobre algo seguro, pero intentar de dar un paso adelante hasta que lo tengo seguro y, de ahí, saco este.

P. Da más trabajo educar así…

R. Es arriesgar. ¿Por qué? Porque quizás, piso mal y me caigo. Y bueno, te levantás y seguís.

P. Santidad, en la onda de individualismo en el que vivimos –el Santo Padre ha hablado de esto en Estrasburgo–, parece un capricho exigir siempre más derechos separados de la búsqueda de la verdad. ¿Cree que esto también es un problema en el modo de vivir la fe?

R. Puede ser. Y exigencias… y sin la generosidad de dar. O sea, es exigir mis derechos y no mis deberes hacia la sociedad, ¿no es cierto? Creo que derechos y deberes van juntos, ¿no? Además, eso crea la educación del espejo, porque la educación del espejo es narcisismo y hoy estamos en una civilización narcisista.

P. ¿Cómo se vence y cómo se combate?

R. Con la educación. Por ejemplo, derechos y deberes. Con la educación a los riesgos razonables. Buscando metas, avanzando, pero no quedándose quieto o mirándose en el espejo, ¿no? Nos va a pasar lo que le pasó a Narciso, que de tanto mirarse en el agua tan lindo, tan lindo, blup, se ahogó. (risas)

P. Santidad, usted dice que prefiere una Iglesia accidentada que una Iglesia estancada. ¿Qué entiende por “Iglesia accidentada”?

R. Sí, me explico: es una imagen de vida. Si uno tiene en su casa una pieza, una habitación cerrada mucho tiempo, la humedad, la “muffa”, el mal olor. Si una iglesia, una parroquia, una diócesis, un instituto, vive encerrado en sí mismo, se enferma. Le pasa lo mismo que a la habitación cerrada. Y tenemos es una Iglesia raquítica, con normas fijas, sin creatividad, segura, más que segura, no, asegurada, con una compañía de seguros, pero no segura.

En cambio, si uno sale –una iglesia, una parroquia– sale hacia afuera a evangelizar, le puede pasar lo mismo que le pasa a cualquier persona que sale a la calle: tener un accidente. Entonces, entre una Iglesia enferma y una Iglesia accidentada, prefiero la accidentada porque, por lo menos, salió.

Y ahí –quiero repetir una cosa que dije otra vez en otra ocasión–: en la Biblia, en el Apocalipsis, hay una cosa linda de Jesús –creo que en el capítulo segundo, al final del primero, o segundo- donde le está hablando a una Iglesia y le dice: “estoy a la puerta y llamo”. Está golpeando Jesús. “Si me abres, entro y voy a cenar contigo”. Pero yo me pregunto: “¿cuántas veces, en la Iglesia, Jesús golpea a la puerta, pero desde adentro para que lo dejemos salir a anunciar el Reino”.

A veces, nos apropiamos para nosotros de Jesús y nos olvidamos que una Iglesia que no es una Iglesia en salida, una Iglesia que no sale, tiene a Jesús preso, aprisionado.

P. Por esta razón fue elegido Papa?! (risas)

R. Eso pregúnteselo al Espíritu Santo.(muchas risas)

P. Dicen que fue con una intervención que mereció aplausos …

R. Son …(parola desconocida… “commenti”??) comentarios…

P. Santo Padre, desde que usted es Papa, considera que la Iglesia está más accidentada?

R. No sé. Sé que, por lo que me dicen, Dios está bendiciendo mucho a su Iglesia. Es un momento que no depende de mi persona, sino de la Bendición que Dios quiso dar a su Iglesia en este momento, ¿no? Y ahora, con este Jubileo de la Misericordia, yo espero que mucha gente sienta a la Iglesia madre, porque a la Iglesia le puede pasar lo mismo que a Europa, ¿no? Ser demasiado abuela y no madre, ¿no?, e incapaz de engendrar vida, ¿no?

P. Este es el motivo del Jubileo de la Misericordia…

R. En que vengan todos. Que vengan y sientan el amor, el perdón de Dios. Yo conocí, en Buenos Aires, un fraile capuchino –un poco menor que yo- que es un gran confesor. Siempre tiene una fila, mucha gente, sí, más gente, todo el día confesando. Y él es un gran perdonador. Y perdona, pero, a veces, le agarran escrúpulos de haber perdonado mucho. Y entonces, una vez charlando, me dice: “a veces, tengo esos escrúpulos”. Y yo le pregunté: “¿y qué hacés cuando tenés esos escrúpulos?” - “y voy delante del sagrario, lo miro al Señor, y le digo: Señor, perdoname, hoy he perdonado mucho, pero que quede claro, ¿eh?, que la culpa la tenés vos porque me diste el mal ejemplo”.

P. Por esto el Santo Padre también ha decidido, en esta carta (a Mons. Fisichella) proponer el perdón de situaciones más difíciles y ahora ha publicado estas cartas (motu proprio) que aceleran los procesos de nulidad. ¿Esto también tiene que ver con el Jubileo?

R. Sí, simplificar…Facilitar la fe a la gente, ¿no? Y que una Iglesia sea madre, ¿no?

P. ¿La razón de estas cartas motu proprio para la nulidad es exactamente agilizar?

R. Agilizar, agilizar los procesos en manos del Obispo. Un juez, un Defensor del Vínculo, una sola sentencia, porque, hasta ahora había dos sentencias. No, una sola. Si no hay apelación, ya está. Si hay apelación, al Metropolitano, pero agilizar y también la gratuidad de los procesos.

P. ¿El Santo Padre lo ha hecho también pensando en el Sínodo y en el Jubileo?

R. Todo viene.

P. Ya sé que usted no quiere hablar del Sínodo pero, ¿en su corazón de pastor universal, qué pide?

R. Yo pido que recen mucho. El Sínodo, ustedes ya, los periodistas, conocen el Instrumentum Laboris. Se va a hablar de eso. De lo que está ahí, se va a hablar. Son tres semanas, un tema, un capítulo, para cada semana. Y se esperan muchas cosas. Porque, evidentemente, la familia está en crisis. Los jóvenes no se casan. No se casan. O con esta cultura del provisorio, “bueno, convivencia, o me caso, mientras dura el amor, después, chao”.

P. ¿Y qué dice el Santo Padre a quién vive una moral cristiana contraria a las indicaciones de la Iglesia y que tiene el ansia de perdón?¿Cómo se puede acoger a quien vive aparte de la moral cristiana?

R. Ahí, en el Sínodo, se va a hablar de todas las posibilidades de ayudar a esta familia. Que quede una cosa clara –que el Papa Benedicto lo dijo clarito, clarito–: la gente que está en una segunda unión, no está excomulgada y tiene que ser integrada a la vida de la Iglesia. Eso fue clarísimo. Y yo, en la catequesis, lo dije claro el otro día, ¿no?... acercar a la Misa, a la catequesis, a la educación de los hijos, a las obras de caridad, mil cosas, ¿no?

P. Santidad, quisiera terminar con las preguntas sobre su vocación. A inicios de marzo de 2013, usted se preparaba para jubilarse. Ya había escogido donde vivir, etc. Sin embargo se convirtió en unos de los hombres más famosos a nivel mundial. ¿Cómo vive esta circunstancia?

R. No perdí la paz. Es un regalo… la paz es un regalo de Dios. Es un regalo que Dios me dio, algo que yo ni imaginaba, por mi edad, por todo eso. Más aún, había calculado la vuelta, pensando en ningún Papa va a asumir en Semana Santa. Entonces, si tardamos en elegirlo, adelantará la función al sábado antes del Domingo de Ramos. Y saqué boleto para volver, de manera que el Domingo de Ramos pudiera celebrar la Misa y dejé preparado sobre mi escritorio la Homilía. Ha sido una cosa que no esperaba y, ya en diciembre, dejaba el cargo al que iba a ser nombrado sucesor. Así que…

P. …es toda una aventura ante usted…

R. Todo… pero no perdí la paz. No perdí la paz.

P. El Papa Francisco es amado en todo el mundo, su popularidad crece como muestran las encuestas y muchos quieren verlo candidato al premio nobel… pero Jesús advirtió que “serán odiados por causa de mi nombre. ¿Cómo siente esto Santidad?

R. Yo muchas veces me pregunto cómo será mi cruz, cómo es mi cruz. Porque las cruces existen. No se ven y están. Y Jesús también en un momento era muy popular y después terminó como terminó, ¿no? O sea, ninguno tiene comprada la felicidad mundana.

Yo lo único que pido, que me conserve la paz del corazón y que me conserve en su Gracia, porque hasta el último momento uno es pecador y puede renegar de su Gracia. Me consuela una cosa, que San Pedro cometió un pecado muy grave –renegar a Jesús-. Después de eso lo hicieron Papa. Si con ese pecado lo hicieron Papa, con todos los que yo tengo, me consuelo, bueno, el Señor me cuidará como lo cuidó a Pedro. Pero Pedro murió crucificado, así que no sé cómo terminaré yo. Que decida Él. Mientras me de la paz, que haga lo que quiera.

P. Santo Padre, ¿cómo vive su libertad siendo Papa? Como nunca ha aparecido en una Misa matinal en San Pedro y ha ido a una óptica a reparar sus lentes… ¿Le falta la gente?

R. Sí. Yo necesito salir, pero todavía es un poco… no son los tiempos, ¿no? Pero, poco a poco, el contacto con la gente lo tengo los miércoles y eso me ayuda mucho, ¿no? Sí, lo único que extraño de Buenos Aires es salir a “callejear”, andar por la calle.

P. Y terminamos con algunas preguntas rápidas. ¿Qué cosa le quita el sueño?

R. ¿Le puedo decir la verdad? Yo duermo como un tronco. (risas)

P. ¿Qué cosa lo hace correr?

R. Cuando hay mucho trabajo.

P. ¿Qué cosa nunca es urgente y puede esperar?

R. ¿Cosa no urgente? Pequeñas cosas que pueden esperar hasta mañana, pasado. Hay cosas que son muy urgentes. Otras que no son urgentes. Pero no sabría decirle en concreto esto es más urgente que esto otro.

P. ¿Con qué frecuencia se confiesa?

R. Cada quince días, veinte días. Me confieso con un Padre Franciscano, Padre Blanco, que tiene la bondad de venir acá, a confesarme. Y sí, nunca tuve que llamar una ambulancia que lo llevara de vuelta, asustado de mis pecados. (risas)

P. ¿Cómo y dónde le gustaría morir?

R. Donde Dios quiera. En serio, no… donde Dios quiera y…

P. La última, ¿cómo se imagina la eternidad?

R. Cuando era más joven, la imaginaba muy aburrida. (risas) Ahora pienso que es un Misterio de encuentro. Es casi inimaginable, pero debe ser algo muy lindo, muy hermoso, encontrarse con el Señor.

P. Gracias, Santo Padre.

R. Gracias a usted y un gran saludo a todos los oyentes de esta radio. Y, por favor, le pido que recen por mí. Que Dios los bendiga y la Virgen de Fátima los cuide.

ROMA, 14 Sep. 15 / 04:11 am (ACI).- El Papa Francisco concedió una nueva entrevista, esta vez a la periodista católica Aura Miguel de Radio Renascença, realizada el pasado 8 de septiembre. En este diálogo el Santo Padre habla de los jóvenes, del desafío de los refugiados, del Jubileo de la Misericordia, de la Virgen de Fátima, del Sínodo de la Familia que se realizará en el Vaticano en octubre; entre otros importantes temas.

A continuación el texto completo de la entrevista:

P. Antes que nada Santidad, gracias por esta entrevista. Es un privilegio para Radio Renascença poder estar con usted en este diálogo exclusivo.

R. Para mí también es un gusto porque estos días están aquí todos los Obispos de Portugal y ayer estuve toda la mañana con los Obispos portugueses. Así que esta entrevista coincide.

P. Para un Papa que viene del “fin del mundo” cómo ve a Portugal y a los portugueses?

R. En Portugal estuve sólo una vez en el aeropuerto, hace años, cuando venía para Roma, en un avión de la Varig, que hacía escala en Lisboa y, así, conozco el aeropuerto, pero sí conozco muchos portugueses. Y en el Seminario de Buenos Aires, había muchos empleados migrantes portugueses. Y gente buena, que tenía mucha familiaridad con los seminaristas. Y papá tenía un compañero de trabajo portugués. Me acuerdo el nombre, Adelino, bueno y una vez me tocó conocer una señora portuguesa de más de 80 años, que también me causó buena impresión. Es decir, no conocí ningún portugués malo.

P. [¡Qué suerte…!] En su discurso a los obispos portugueses, además de elogiar al pueblo portugués y ver a la Iglesia con serenidad, el Santo Padre manifiesta dos preocupaciones: una en relación a los jóvenes y otra en relación a la catequesis. El Santo Padre usa una imagen diciendo que “los vestidos de primera comunión ya no le sirven a los jóvenes” pero que “ciertas comunidades insisten en usarlos”… ¿Cuál es el problema?

R. Es un modo de decir, ¿no cierto? Los jóvenes son más informales y tienen su propio ritmo. A un joven hay que dejarlo crecer. A un joven hay que acompañarlo. No dejarlo solo, acompañarlo. Y saber acompañarlo con prudencia, saber hablar en el momento oportuno, saber escuchar mucho.

Un joven es inquieto. No quiere que lo molesten. Y en ese sentido, se puede decir que el vestido de primera comunión no les va. En cambio, a los chicos, cuando hacen la comunión, les gusta el vestido de primera comunión. Es una ilusión. Los jóvenes tienen otras ilusiones, que son muchas veces muy buenas, pero hay que respetar porque ellos mismos no se entienden, porque están cambiando, están creciendo, están buscando, ¿no? Luego al joven hay que dejarlo crecer, hay que acompañarlo, respetarlo y hablarle muy paternalmente, ¿no?

P. Porque, al mismo tiempo, hay una exigencia a proponer… ¡pero muchas veces esa exigencia no es atractiva!

R. Por eso hay que buscar cuál es lo atractivo de un joven y que le exija. Por ejemplo, un caso concreto. Si usted a un joven le propone –y esto lo vemos en todas partes– hacer una caminata, un campamento o ir a misionar a otro lado, o a veces ir a un “cotolengo” a cuidar enfermos una semana o quince días, se entusiasma, porque quiere hacer algo por los demás. Está involucrado.

P. ¿Involucrado?

R. Sí, entra dentro. Se compromete. No mira de afuera. Se involucra, o sea, se compromete.

P. Entonces ¿por qué no se queda?

R. Porque está caminando.

P. ¿Y cuál es el desafío que la Iglesia, entonces, debe enfrentar? El Santo Padre también habló de una catequesis, que muchas veces permanece teórica y falta esta capacidad de proponer el encuentro…

R. Pues es importante que la catequesis no sea puramente teórica. No sirve. La catequesis es darle doctrina para la vida y, por lo tanto, tiene que ser de tres lenguajes, con tres idiomas: el idioma de la cabeza, el idioma del corazón y el idioma de las manos. Y que la catequesis entre en esos tres idiomas.

Que el joven piense y sepa cuál es la fe, pero que, a la vez, sienta con su corazón lo que es la fe. Y a la vez, haga cosas. Si la catequesis le falta una de las tres lenguas, de los tres idiomas, no va. Los tres lenguajes: pensar lo que se siente y lo que se hace, sentir lo que se piensa y lo que se hace, hacer lo que se siente y lo que se piensa.

P. Escuchando a Su Santidad, esto parece obvio… pero mirando a veces – sobre todo en la vieja Europa, en la vieja cristiandad – no es así. ¿Qué es lo que falta? ¿Cambiar de mentalidad? ¿Cómo se hace?

R. No, el cambiar mentalidad, no sé, porque no conozco todo, ¿no?, pero sí metodología catequética, a veces no es completa, es verdad. Buscar la metodología catequística que junte las tres cosas: las verdades que se deben creer, lo que se debe sentir y lo que se hace, lo que se debe hacer, todo junto.

P. Santidad, para el centenario de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, esperamos que vaya a Portugal. Tres Papas ya nos visitaron (Juan Pablo II tres veces). Usted, que ama mucho a Nuestra Señora, ¿qué espera de su visita en 2017?

R. Bueno, vamos a aclarar las cosas. Yo tengo ganas de ir a Portugal para el centenario. También en 2017 se cumplen trescientos años del encuentro de la imagen de la Virgen de Aparecida.

P….¡Una fecha estereofónica en dos lados! (risas)…

R. Así que estoy también con ganas de ir allí. Allá prometí ir. Portugal, dije, tengo ganas de ir y me gustaría ir. Es más fácil ir a Portugal porque uno puede ir y volver en el día, un día pleno o, al más, un día y medio o dos días. Ir a la Virgen. La Virgen es Madre, es muy madre, y su presencia acompaña al pueblo de Dios. Por eso quisiera ir a Portugal, que es privilegiada.

P. ¿Y qué espera de nosotros los portugueses? ¿Cómo podemos prepararnos para recibir y también para seguir lo que pide Nuestra Señora?

R. La Virgen lo que pide siempre es que recemos, que cuidemos la familia, los mandamientos. No pide cosas raras. Que recemos por la gente que está desorientada, que se dice los pecadores. Todos somos, yo soy el primero. Pero la Virgen pide –y prepararse con esas peticiones de la Virgen, ¿no?, esos mensajes tan de madre, ¿no? Tan de madre, ¿no? Y que se manifiesta a los niños. Es curioso, siempre busca almas muy sencillas, ¿no?, muy sencillas.

P. Esta entrevista acontece en plena crisis de refugiados. Santo Padre, ¿cómo vive esta situación?

R. Es la punta de un iceberg. Vemos estos refugiados, esta pobre gente, que escapa de la guerra, que escapa del hambre, pero esa es la punta del iceberg. Pero debajo de eso, está la causa, y la causa es un sistema socioeconómico y malo, injusto, porque dentro de un sistema económico, dentro de todo, dentro del mundo, hablando del problema ecológico, dentro de la sociedad socioeconómica, dentro de la política, el centro siempre tiene que ser la persona. Y el sistema económico dominante hoy día descentró a la persona y al centro está el dios dinero, es el ídolo de moda. O sea, hay estadísticas, yo no me acuerdo bien, pero –esto no es exacto y me puedo equivocar- que el 17% de la población del mundo tiene el 80% de las riquezas.

P. Y esta explotación de las riquezas de los países más pobres, a mediano plazo trae consecuencias: una de estas es que todos ahora quieren venir a Europa …

R. Que es lo mismo que sucede en las grandes ciudades. ¿Por qué se forman las “favelas” en las grandes ciudades?

P. El criterio es el mismo…

R. El mismo. Es gente que viene del campo porque han deforestado, han hecho el monocultivo, no tienen trabajo, y van a las grandes ciudades.

P. En África también es igual…

R. En África…O sea, es el mismo fenómeno. Entonces, esta gente emigrada viene a Europa –es lo mismo– buscando un sitio y, claro, para Europa en este momento es una sorpresa, porque es difícil de creer que esté sucediendo esto, ¿no?, pero sucede.

P. Pero el Santo Padre cuando fue a Estrasburgo, dijo que era “necesario actuar sobre las causas y no solo sobre los efectos”. Y parece que nadie escuchó y ahora todos los efectos están a la vista…

R. Hay que ir a las causas.

P. Y nadie ha escuchado, muy probablemente…

R. Donde las causas son el hambre, poner fuentes de trabajo, inversiones. Donde la causa es la guerra, buscar la paz, el trabajo por la paz. Hoy día, el mundo está en guerra, está en guerra contra sí mismo, o sea, el mundo está en guerra –como yo digo- guerra por entregas, por pedazos, pero también está en guerra contra la tierra, porque está destruyendo la tierra, o sea nuestra casa común, el ambiente, los glaciares se están disolviendo. En el ártico, el oso blanco se va cada vez más al norte para poder sobrevivir.

P. Y la preocupación por el hombre y su destino, parece ignorada… ¿Cómo ve usted la reacción ahora de Europa, con tantas posturas diversas: unos construyen muros, otros escogen a los refugiados según su religión, otros aprovechan esta situación para hacer discursos populistas…?

R. Cada cual saca de su cultura una interpretación, ¿no? Y a veces, la interpretación ideológica o de las ideas es más fácil que el hacer las cosas, que la realidad, ¿no? Vamos lejos de Europa, otro fenómeno que a mí me dolía mucho. Los “rohingya” que fueron expulsados de su país y, bueno, están en un barco y van, llegan a un puerto o a una playa, les dan agua, les dan de comer y, después, otra vez al mar. No los acogen, o sea, la capacidad de acogida de la humanidad falta.

P. Porque no es tolerar, es más que tolerancia, ¡es acogida!

R. Acoger, acoger a la gente, ¿no?, y acoger como venga. Yo soy hijo de migrantes y soy de la oleada migrante del año 29, pero en Argentina, desde el año 84 -1884-, empezaron a llegar italianos, españoles, portugueses no sé cuándo llegó la primera “ondata” portuguesa, pero portugueses, sobre todo de estos tres países, ¿no? Y llegaban allá y algunos tenían dinero, otros iban al hotel de inmigrantes y allá los mandaban a ciudades. Iban a trabajar, buscaban trabajo.

Es verdad que en aquella época hubo trabajo, pero en mi misma familia, que tenían trabajo –llegaron en el 29-, en el año 32, con la crisis económica del 30, se quedaron en la calle, sin nada, y mi abuelo compró un almacén con dos mil pesos que le prestaron. Y mi papá, que era contador –“ragioniere”- hacía el reparto con la canasta, o sea, tenían ganas de luchar, de vencer, ¿no? Yo sé lo que es la migración. Y después vinieron las migraciones de la segunda guerra, sobre todo del centro de Europa, mucho polaco, mucho polaco, eslovacos, croatas, eslovenos y también de Siria y del Líbano. Y siempre nos llevamos bien ahí.

En Argentina no hubo xenofobia y ahora hay migración interna de América, de otros países de América vienen a Argentina, aunque estos últimos años disminuyó por la falta de trabajo en Argentina.

P. Y también de México para los Estados Unidos… es todo un fenómeno.

R. El fenómeno migratorio es una realidad, pero yo quisiera tocar un tema que, sin reprochar a nadie, ¿no?, pero cuando hay un espacio vacío, la gente busca llenarlo. Si un país no tiene hijos, vienen migrantes a ocupar el lugar. Pienso en el nivel de nacimientos de Italia, Portugal y España. Creo que es casi el 0%. Entonces, si no hay hijos, hay espacios vacíos. O sea, ese no querer tener hijos, que, en parte –es una interpretación mía, no sé si es correcta-, es un poco la cultura del “benessere” (bienestar), ¿no? Yo he escuchado dentro de mi familia mismo, acá de mis primos italianos, hace años que “no, chicos no, preferimos viajar en las vacaciones o comprar una villa, o esto o aquello”. Y entonces, los ancianos quedan solos. Creo que el gran desafío de Europa es volver a ser la madre Europa…

P. …y no a la…

R. …abuela Europa.

P. En portugués (el Papa interrumpe la pregunta)

R. Perdón, hay países de Europa que son jóvenes. Por ejemplo, Albania. Albania, a mí me impresionaba. Gente de 40 años, 45 años. Bosnia-Herzegovina. O sea, países que se han rehecho después de una guerra, ¿no?

P. Por eso el Santo Padre los visitó…

R. Ah, sí, claro. Es un signo a Europa.

P. Pero este desafío de acogida a estos refugiados que están por entrar, en su perspectiva, puede ser muy positivo para Europa… ¿es un beneficio? ¿Es una provocación? Finalmente, de algún modo, ¿Europa puede despertar, cambiar de rumbo?

R. Puede ser. Es verdad, también quiero reconocer que las condiciones de seguridad territorial hoy día no son las mismas de otra época, porque, es verdad que tenemos a 400 kilómetros de Sicilia una guerrilla terrorista sumamente cruel, ¿no? Entonces, el peligro de la infiltración, eso es verdad, ¿no?

P. Y que puede llegar hasta Roma…

R. Ah sí. Nadie aseguró que Roma sea inmune a esto, ¿no?, pero se pueden tomar precauciones y la gente que viene… toda a trabajar. Claro, también hay otro problema, es que Europa tiene una crisis laboral muy grande. En un país -hablo de tres países, no los voy a nombrar-, pero importantes de Europa. De 25 años para abajo, la desocupación de jóvenes de 25 para abajo es, en un país del 40%, en otro país del 47%, y en otro del 50%. Hay una crisis laboral. El joven no encuentra trabajo. O sea que se mezclan muchas cosas.

No hay que ser simplistas en esto. Evidentemente, viene un refugiado con las medidas de seguridad de todo tipo y hay que recibirlo porque es un mandamiento de la Biblia. Moisés le dice a su pueblo: “recibí al forastero porque acordate que vos fuiste forastero en Egipto”, ¿no?

P. Pero lo ideal sería que no deban huir, que se queden en sus tierras, ¿no?

R. Eso, sí.

P. Santo Padre, en el Ángelus del domingo lanzó este desafío de acogida. ¿Ya hubo reacciones? ¿Qué espera en concreto?

R. Yo lo que pedí fue esto, que cada parroquia, cada instituto religioso, cada monasterio, acoja una familia. Una familia, no una persona. Una familia da más seguridad de contención, un poco para evitar que haya infiltraciones de otro tipo.

Cuando hablo de que una parroquia acoja una familia, no digo que vayan a vivir a la canónica, a la casa parroquial, sino que toda la comunidad parroquial vea si hay un lugar, un rincón de un colegio para hacer un “departamentito” o, en el peor de los casos, que alquile un modesto departamento para esa familia, pero que tengan techo, que sean acogidos, y que se los integre dentro de la comunidad. Ya hubo muchas reacciones, muchas, muchas, ¿no? Hay conventos que están casi vacíos.

P. Hace dos años el Santo Padre ya hizo este llamado y ¿qué resultados hubo?

R. Hay cuatro solamente. Uno de ellos, los jesuitas. Muy bien, los jesuitas. Pero es serio. Es que ahí también hay una tentación del dios dinero. Algunas congregaciones dicen “no, ahora que está el convento vacío, vamos a hacer un hotel, un ‘albergo’, y podemos recibir gente y, bueno, y con eso nos mantenemos o ganamos dinero”. Bueno, si querés hacer eso, pagá los impuestos.

Un colegio religioso porque el religioso está exento de impuestos, pero si trabaja como hotel que pague los impuestos como cualquier hijo de vecino. Si no el negocio no es muy sano.

P. Y el Santo Padre ya ha dicho que aquí en el Vaticano se acoge a dos familias…

R. Dos familias, sí. Cierto, ayer me dijeron que ya estaban ubicadas las familias, las dos parroquias del Vaticano se encargaron de buscar.

P. ¿Y están identificadas?

R. Sí, sí, sí, ya están. Y eso lo hizo el Cardenal Comastri, que es mi Vicario General para el Vaticano, con el encargado de la Limosnería, que es Monseñor Konrad Krajewski, que trabaja con la gente, con los “homeless”, es el que hizo las duchas debajo de la columnata, el servicio de peluquería. Realmente es una maravilla, que lleva a ver los Museos y la Sixtina a la gente de la calle.

P. ¿Y hasta cuándo se quedan estas familias?

R. Hasta que el Señor quiera. No se sabe esto, cómo va a terminar esto, ¿no? De todas maneras, yo quiero decir que Europa tomó conciencia, ¿eh? Y yo le agradezco, le agradezco a los países de Europa que hayan tomado conciencia de esto.

P. La Radio Renascença, esta radio que lo entrevista, se ha adherido en Portugal a una iniciativa conjunta que integran instituciones cristianas y de otras religiones, con el deseo de acoger y actuar en favor de los prófugos. El Santo Padre, ¿nos puede decir algunas palabras de aliento a los que ayudan y también a nuestros oyentes y cuántos trabajan allí?

R. Los felicito, les agradezco lo que están haciendo y les doy un consejo: el día del Juicio Final, ya sabemos sobre qué vamos a ser juzgados –está escrito en el capítulo 25 de San Mateo–, cuando Jesús les diga: “estuve con hambre, ¿me diste de comer?”. Y ellos van a decir: “sí”. “¿Y cuando estuve sin refugio, como refugiado, me ayudaste?”. “Sí”. Los felicito, van a probar el examen.

Una cosa quería decirle también. El trabajo con los jóvenes desocupados. Creo que acá es urgente que, sobre todo en las congregaciones religiosas que tienen como carisma la educación, pero también los laicos, los educadores laicos, inventen cursos pequeños, escuelas de emergencia. Entonces, un joven que está desocupado, estudia seis meses cocina, o estudia seis meses para gasista o para calefaccionista o –siempre se rompe un techo- o para pintor. Entonces, siempre con ese oficio tiene la posibilidad encontrar un trabajo, aunque sea parcial, de momento.

Hacer lo que nosotros llamamos hacer una “changa”, no sé cómo… (la periodista pregunta: ¿changa?) Changa, sí. Es un trabajo ocasional, ¿eh?, una “changa”, bueno. Y con eso no está del todo desocupado, pero hoy es el día de la, es el momento de la educación de emergencia, que es lo que hizo Don Bosco.

Don Bosco, cuando vio la cantidad de chicos que había en la calle, dijo hay que hacer educación, pero mandar los chicos a hacer la media, y la media humanística, no. Oficios. Entonces, preparó carpinteros, plomeros, que los enseñaban a trabajar y ya tenían para ganarse el pan. Y Don Bosco tuvo eso.

Y ahora quiero contar una anécdota de Don Bosco. Aquí, en Roma, cerca de Trastevere, donde (la periodista interviene: “era una zona pobre”) Sí, era una zona muy pobre, pero es ahora la zona de moda de los jóvenes para la “movida”, ¿no? Bueno. Don Bosco pasó por ahí, iba en una carroza ahí, un carro, no sé, y le tiraron una pedrada que rompió el vidrio. Hizo detener y dijo: “este es el lugar donde tenemos que fundar”. O sea, frente a una agresión, no lo vivió como agresión.

Lo vivió como desafío para ayudar a gente, a chicos, a jóvenes, que solamente sabían agredir. Y hoy día, hay una parroquia salesiana ahí que forma jóvenes y chicos, con sus escuelas, sus cosas. Bueno, esto –vuelvo al tema de los jóvenes, ¿no?– lo importante que es hoy, a los jóvenes que no tienen trabajo, dar educación de emergencia sobre algún oficio para que puedan ganarse la vida.

P. El Santo Padre es muy crítico del estilo de vida occidental y de Europa, el así llamado primer mundo, muy centrado en el bienestar. ¿Qué cosa le fastidia más?

R. Bueno, es decir, también en las grandes ciudades americanas, sea de Norteamérica o de Sudamérica, existe este mismo problema. No es solamente de Europa. (Interviene la periodista “es el llamado primer mundo…”). Sí, grandes ciudades. En Buenos Aires hay un gran sector de la cultura del bienestar, ¿no?, y por eso también hay esos cordones alrededor de las ciudades, “favelas”, todas esas cosas, ¿no? Yo a Europa no le echaría en cara tanto hoy eso, ¿no?

Hay que reconocer que Europa tiene una cultura excepcional. Realmente, son siglos de cultura, ¿no? Y eso da también un bienestar intelectual y, yo, en todo caso, lo que yo diría de Europa es su capacidad de retomar un liderazgo en el concierto de las naciones. O sea, que vuelva a ser la Europa que marca rumbos, pues tiene la cultura para hacerlo.

P. ¿Pero mantiene la identidad hoy Europa? ¿Está en condiciones de afirmar su identidad?

R. Lo que dije en Estrasburgo lo pensé mucho antes de decirlo. O sea, que repetiría un poco eso, ¿no? Europa todavía no se murió. Está media abuelita, pero puede volver a ser madre. Y yo tengo confianza en los políticos jóvenes. Los políticos jóvenes hablan otra música. Hay un problema mundial que afecta no solo a Europa, sino a todo el mundo, y es el problema de la corrupción. La corrupción en todos niveles. Eso también indica un bajo nivel moral, ¿no?

P. El Santo Padre habla de eso en su última encíclica y pide que los pueblos sean más conscientes. En tanto se verifica muchas abstenciones. Si vemos el resultado de las elecciones, la abstención es casi mayor que la de un partido…

R. Porque la gente no… está desilusionada. En parte, por la corrupción. En parte, por la ineficacia. En parte, por los compromisos adquiridos previamente. Y, sin embargo, Europa puede, puede e debe –y yo afirmo lo que dije en Estrasburgo-, Europa tiene que tomar su rol, o sea, recuperar su identidad. Es verdad que Europa se equivocó. No se lo echo en cara, lo recuerdo no más. Cuando quiso hablar de su identidad, no quiso reconocer, quizá lo más hondo de su identidad, que es su raíz cristiana, ¿no? Ahí se equivocó. Bueno, pero todos en la vida nos equivocamos. Está a tiempo de volver a su…

P. Santidad, una pregunta para el “oyente común”, también debida a esta tendencia de individualismo: ¿Qué cosa puede tocar la libertad de uno que “hace lo que quiere” y que ha sido educado desde niño con un concepto de felicidad según el cual “la felicidad es no tener problemas”? Generalmente, se educa a los niños con este deseo de que “la felicidad es no tener problemas y hacer lo que uno quiere” (risas)

R. Una vida sin problemas es aburrida. Es aburrimiento. El hombre tiene en su interior la necesidad de enfrentar y resolver conflictos, y resolver problemas. Evidentemente, una educación para no tener problemas es una educación aséptica, aséptica. Y haga la experiencia usted misma.

Tome un buen vaso de agua mineral, un agua común o agua del “rubinetto”, y después tome un vaso de agua destilada. Le va a dar asco. El agua destilada no tiene problemas. Es educar a los chicos en el laboratorio, ¿no?, por favor.

P. Arriesgar es importante…

R. El riesgo, siempre proponer metas. Para educar, hace falta usar los dos pies. Educar bien. Tener un pie bien apoyado en la baldosa (periodista: “¿baldosa?”) el pavimento, el pedazo de pavimento, bien apoyado. ¿El otro pie bien apoyado ahí? No, el otro pie un paso adelante y ver si puedo apoyar. Y cuando lo tengo apoyado el otro, levanto este y… eso es educar. Apoyarse sobre algo seguro, pero intentar de dar un paso adelante hasta que lo tengo seguro y, de ahí, saco este.

P. Da más trabajo educar así…

R. Es arriesgar. ¿Por qué? Porque quizás, piso mal y me caigo. Y bueno, te levantás y seguís.

P. Santidad, en la onda de individualismo en el que vivimos –el Santo Padre ha hablado de esto en Estrasburgo–, parece un capricho exigir siempre más derechos separados de la búsqueda de la verdad. ¿Cree que esto también es un problema en el modo de vivir la fe?

R. Puede ser. Y exigencias… y sin la generosidad de dar. O sea, es exigir mis derechos y no mis deberes hacia la sociedad, ¿no es cierto? Creo que derechos y deberes van juntos, ¿no? Además, eso crea la educación del espejo, porque la educación del espejo es narcisismo y hoy estamos en una civilización narcisista.

P. ¿Cómo se vence y cómo se combate?

R. Con la educación. Por ejemplo, derechos y deberes. Con la educación a los riesgos razonables. Buscando metas, avanzando, pero no quedándose quieto o mirándose en el espejo, ¿no? Nos va a pasar lo que le pasó a Narciso, que de tanto mirarse en el agua tan lindo, tan lindo, blup, se ahogó. (risas)

P. Santidad, usted dice que prefiere una Iglesia accidentada que una Iglesia estancada. ¿Qué entiende por “Iglesia accidentada”?

R. Sí, me explico: es una imagen de vida. Si uno tiene en su casa una pieza, una habitación cerrada mucho tiempo, la humedad, la “muffa”, el mal olor. Si una iglesia, una parroquia, una diócesis, un instituto, vive encerrado en sí mismo, se enferma. Le pasa lo mismo que a la habitación cerrada. Y tenemos es una Iglesia raquítica, con normas fijas, sin creatividad, segura, más que segura, no, asegurada, con una compañía de seguros, pero no segura.

En cambio, si uno sale –una iglesia, una parroquia– sale hacia afuera a evangelizar, le puede pasar lo mismo que le pasa a cualquier persona que sale a la calle: tener un accidente. Entonces, entre una Iglesia enferma y una Iglesia accidentada, prefiero la accidentada porque, por lo menos, salió.

Y ahí –quiero repetir una cosa que dije otra vez en otra ocasión–: en la Biblia, en el Apocalipsis, hay una cosa linda de Jesús –creo que en el capítulo segundo, al final del primero, o segundo- donde le está hablando a una Iglesia y le dice: “estoy a la puerta y llamo”. Está golpeando Jesús. “Si me abres, entro y voy a cenar contigo”. Pero yo me pregunto: “¿cuántas veces, en la Iglesia, Jesús golpea a la puerta, pero desde adentro para que lo dejemos salir a anunciar el Reino”.

A veces, nos apropiamos para nosotros de Jesús y nos olvidamos que una Iglesia que no es una Iglesia en salida, una Iglesia que no sale, tiene a Jesús preso, aprisionado.

P. Por esta razón fue elegido Papa?! (risas)

R. Eso pregúnteselo al Espíritu Santo.(muchas risas)

P. Dicen que fue con una intervención que mereció aplausos …

R. Son …(parola desconocida… “commenti”??) comentarios…

P. Santo Padre, desde que usted es Papa, considera que la Iglesia está más accidentada?

R. No sé. Sé que, por lo que me dicen, Dios está bendiciendo mucho a su Iglesia. Es un momento que no depende de mi persona, sino de la Bendición que Dios quiso dar a su Iglesia en este momento, ¿no? Y ahora, con este Jubileo de la Misericordia, yo espero que mucha gente sienta a la Iglesia madre, porque a la Iglesia le puede pasar lo mismo que a Europa, ¿no? Ser demasiado abuela y no madre, ¿no?, e incapaz de engendrar vida, ¿no?

P. Este es el motivo del Jubileo de la Misericordia…

R. En que vengan todos. Que vengan y sientan el amor, el perdón de Dios. Yo conocí, en Buenos Aires, un fraile capuchino –un poco menor que yo- que es un gran confesor. Siempre tiene una fila, mucha gente, sí, más gente, todo el día confesando. Y él es un gran perdonador. Y perdona, pero, a veces, le agarran escrúpulos de haber perdonado mucho. Y entonces, una vez charlando, me dice: “a veces, tengo esos escrúpulos”. Y yo le pregunté: “¿y qué hacés cuando tenés esos escrúpulos?” - “y voy delante del sagrario, lo miro al Señor, y le digo: Señor, perdoname, hoy he perdonado mucho, pero que quede claro, ¿eh?, que la culpa la tenés vos porque me diste el mal ejemplo”.

P. Por esto el Santo Padre también ha decidido, en esta carta (a Mons. Fisichella) proponer el perdón de situaciones más difíciles y ahora ha publicado estas cartas (motu proprio) que aceleran los procesos de nulidad. ¿Esto también tiene que ver con el Jubileo?

R. Sí, simplificar…Facilitar la fe a la gente, ¿no? Y que una Iglesia sea madre, ¿no?

P. ¿La razón de estas cartas motu proprio para la nulidad es exactamente agilizar?

R. Agilizar, agilizar los procesos en manos del Obispo. Un juez, un Defensor del Vínculo, una sola sentencia, porque, hasta ahora había dos sentencias. No, una sola. Si no hay apelación, ya está. Si hay apelación, al Metropolitano, pero agilizar y también la gratuidad de los procesos.

P. ¿El Santo Padre lo ha hecho también pensando en el Sínodo y en el Jubileo?

R. Todo viene.

P. Ya sé que usted no quiere hablar del Sínodo pero, ¿en su corazón de pastor universal, qué pide?

R. Yo pido que recen mucho. El Sínodo, ustedes ya, los periodistas, conocen el Instrumentum Laboris. Se va a hablar de eso. De lo que está ahí, se va a hablar. Son tres semanas, un tema, un capítulo, para cada semana. Y se esperan muchas cosas. Porque, evidentemente, la familia está en crisis. Los jóvenes no se casan. No se casan. O con esta cultura del provisorio, “bueno, convivencia, o me caso, mientras dura el amor, después, chao”.

P. ¿Y qué dice el Santo Padre a quién vive una moral cristiana contraria a las indicaciones de la Iglesia y que tiene el ansia de perdón?¿Cómo se puede acoger a quien vive aparte de la moral cristiana?

R. Ahí, en el Sínodo, se va a hablar de todas las posibilidades de ayudar a esta familia. Que quede una cosa clara –que el Papa Benedicto lo dijo clarito, clarito–: la gente que está en una segunda unión, no está excomulgada y tiene que ser integrada a la vida de la Iglesia. Eso fue clarísimo. Y yo, en la catequesis, lo dije claro el otro día, ¿no?... acercar a la Misa, a la catequesis, a la educación de los hijos, a las obras de caridad, mil cosas, ¿no?

P. Santidad, quisiera terminar con las preguntas sobre su vocación. A inicios de marzo de 2013, usted se preparaba para jubilarse. Ya había escogido donde vivir, etc. Sin embargo se convirtió en unos de los hombres más famosos a nivel mundial. ¿Cómo vive esta circunstancia?

R. No perdí la paz. Es un regalo… la paz es un regalo de Dios. Es un regalo que Dios me dio, algo que yo ni imaginaba, por mi edad, por todo eso. Más aún, había calculado la vuelta, pensando en ningún Papa va a asumir en Semana Santa. Entonces, si tardamos en elegirlo, adelantará la función al sábado antes del Domingo de Ramos. Y saqué boleto para volver, de manera que el Domingo de Ramos pudiera celebrar la Misa y dejé preparado sobre mi escritorio la Homilía. Ha sido una cosa que no esperaba y, ya en diciembre, dejaba el cargo al que iba a ser nombrado sucesor. Así que…

P. …es toda una aventura ante usted…

R. Todo… pero no perdí la paz. No perdí la paz.

P. El Papa Francisco es amado en todo el mundo, su popularidad crece como muestran las encuestas y muchos quieren verlo candidato al premio nobel… pero Jesús advirtió que “serán odiados por causa de mi nombre. ¿Cómo siente esto Santidad?

R. Yo muchas veces me pregunto cómo será mi cruz, cómo es mi cruz. Porque las cruces existen. No se ven y están. Y Jesús también en un momento era muy popular y después terminó como terminó, ¿no? O sea, ninguno tiene comprada la felicidad mundana.

Yo lo único que pido, que me conserve la paz del corazón y que me conserve en su Gracia, porque hasta el último momento uno es pecador y puede renegar de su Gracia. Me consuela una cosa, que San Pedro cometió un pecado muy grave –renegar a Jesús-. Después de eso lo hicieron Papa. Si con ese pecado lo hicieron Papa, con todos los que yo tengo, me consuelo, bueno, el Señor me cuidará como lo cuidó a Pedro. Pero Pedro murió crucificado, así que no sé cómo terminaré yo. Que decida Él. Mientras me de la paz, que haga lo que quiera.

P. Santo Padre, ¿cómo vive su libertad siendo Papa? Como nunca ha aparecido en una Misa matinal en San Pedro y ha ido a una óptica a reparar sus lentes… ¿Le falta la gente?

R. Sí. Yo necesito salir, pero todavía es un poco… no son los tiempos, ¿no? Pero, poco a poco, el contacto con la gente lo tengo los miércoles y eso me ayuda mucho, ¿no? Sí, lo único que extraño de Buenos Aires es salir a “callejear”, andar por la calle.

P. Y terminamos con algunas preguntas rápidas. ¿Qué cosa le quita el sueño?

R. ¿Le puedo decir la verdad? Yo duermo como un tronco. (risas)

P. ¿Qué cosa lo hace correr?

R. Cuando hay mucho trabajo.

P. ¿Qué cosa nunca es urgente y puede esperar?

R. ¿Cosa no urgente? Pequeñas cosas que pueden esperar hasta mañana, pasado. Hay cosas que son muy urgentes. Otras que no son urgentes. Pero no sabría decirle en concreto esto es más urgente que esto otro.

P. ¿Con qué frecuencia se confiesa?

R. Cada quince días, veinte días. Me confieso con un Padre Franciscano, Padre Blanco, que tiene la bondad de venir acá, a confesarme. Y sí, nunca tuve que llamar una ambulancia que lo llevara de vuelta, asustado de mis pecados. (risas)

P. ¿Cómo y dónde le gustaría morir?

R. Donde Dios quiera. En serio, no… donde Dios quiera y…

P. La última, ¿cómo se imagina la eternidad?

R. Cuando era más joven, la imaginaba muy aburrida. (risas) Ahora pienso que es un Misterio de encuentro. Es casi inimaginable, pero debe ser algo muy lindo, muy hermoso, encontrarse con el Señor.

P. Gracias, Santo Padre.

R. Gracias a usted y un gran saludo a todos los oyentes de esta radio. Y, por favor, le pido que recen por mí. Que Dios los bendiga y la Virgen de Fátima los cuide.
Entrevista de Radio Milienium al Papa Francisco

Escuchar en:

https://soundcloud.com/fm-milenium-106-7/entrevista-de-marcelo-figueroa-al-papa-francisco-en-fm-milenium-1067



BUENOS AIRES, 14 Sep. 15 / 10:13 am (ACI).- El Papa Francisco concedió una entrevista al periodista evangélico Marcelo Figueroa de la Radio Milenium de Buenos Aires (Argentina) que fue difundida el domingo 13 de septiembre y que se realizó hace unos días en la Casa Santa Marta donde reside el Pontífice.

Figueroa: ¡Muy buenas tardes! Este es un programa muy especial de “Diálogos para el encuentro”. Estamos aquí, en la Ciudad del Vaticano, en la Residencia de Santa Marta. Quién está al lado mío, mejor dicho, yo estoy al lado de él, es el Santo Padre Francisco, que ha tenido la fineza de dedicar este tiempo para dialogar en este espacio. Así que, lo primero que debo hacer en su casa, es agradecerle este gesto y la hospitalidad.

Papa Francisco: Gracias a vos por invitarme a este diálogo para los oyentes de radio Milenium. En un tema que había quedado pendiente desde que yo viniera al Cónclave en la grabación que nosotros teníamos con el Rabino Skorka y contigo: El tema de la amistad. Yo me quedé acá, no volví, tuve que devolver el billete y el tema sigue pendiente. Y bueno, hablemos ahora…

Figueroa: Si, realmente es un tema que había quedado pendiente, no la amistad en sí. La pregunta que uno se hacía, conociéndolo por el valor que le ha dado siempre al concepto de la amistad. Y la importancia inclusive que en la misma Biblia encontramos ya desde el Génesis, pasando por los ejemplos de David y Jonathan, Proverbios y Eclesiastés. Conociendo el valor profundo y espiritual que tiene la amistad entre los hombres hechos a imagen y semana de Dios, el interrogante es: ¿Cómo ahora en su rol de Papa, eso se mantiene….? (Francisco susurra pidiendo que el diálogo se haga utilizando el “tuteo”)…Me acaba de pedir que lo tutee, lo voy a hacer porque él me la ha pedido…

Papa Francisco: O sea, que siga como antes. Porque si hay una amistad previa no cambia porque uno cambia de función. ¿No es cierto?

Figueroa: ¿Cómo has concebido todo ese sentido profundo de la amistad ahora en esta misión tan especial que Dios te ha dado?

Papa Francisco: Yo nunca tuve tantos “amigos” entre comillas, como ahora. Todos son amigos del Papa. La amistad es algo muy sagrado. La Biblia dice: “tené uno o dos amigos”. Antes de considerar a uno amigo, dejá que el tiempo lo pruebe, a ver cómo reacciona frente a vos. Y es lo que sucedió en nuestra historia. Vos evangélico, yo católico y trabajando juntos por Jesús. Pero no solo funcionalmente, sino se fue dando esta amistad en la que también se involucró a tu mujer, tus hijos. Y en la que también se pasaron momentos oscuros. ¿No es cierto? Como cuando vos tuviste que pasar por el túnel de la incertidumbre que te da una enfermedad. Lo confieso, yo sentía la necesidad de estar cerca tuyo, de tu mujer, de tus hijos. Porque un amigo no es un conocido, uno con el cual pasa un buen rato de conversación. La amistad es algo hondo. Yo creo que Jesús quiso que se diera esto. Más allá de tu chiste de que sos “la oveja protestante mía”, está ese acercamiento humano de poder hablar de cosas comunes con hondura.

Figueroa: Yo quiero reconocerte ese gesto. Porque además tu llamado fue justamente el Viernes Santo antes de ir al Coliseo, y estabas con las investiduras para ir al Coliseo. Recuerdo que me llamaste preocupado y, a los minutos prendo el televisor, y te veo allí, en un momento tan importante. Siempre voy a valorar ese gesto enorme de amistad. La amistad, también debe cultivarse, me parece, en esos momentos difíciles. A veces hay amigos por conveniencia y es difícil encontrar amigos genuinos. Creo que también hay una sociedad que nos está desintegrando un poco ese sentido profundo que tenemos culturalmente como amigos.

Papa Francisco: El amigo por interés ya lo decía nuestro Martín Fierro: “Hacete amigo del juez, no le des de qué quejarse, pues siempre es bueno tener, palenque donde ir a rascarse”. Pero, el sentido utilitario de la amistad, a ver que provecho puedo sacar yo de acercarme a esa persona y hacerme amigo. A mí eso me duele. Y yo me he sentido usado por gente que se ha presentado como amiga y a quien yo quizá no había visto más que una o dos veces en la vida, y ha usado eso para su provecho. Pero es una experiencia por la que pasamos todos, la amistad utilitaria. La amistad es un acompañar la vida del otro desde un presupuesto tácito. En general las verdaderas amistades, no se explicitan, se dan y se van como cultivando. A tal punto que la otra persona ya entró en mi vida como preocupación, como buen deseo, como sana curiosidad de saber cómo le va a él, a su familia, a sus hijos Es decir que uno va entrando. Otra característica para distinguir la buena amistad de otras formas de amistad, que se llama amistad, pero son compañerismo, etc. Es que con un amigo, por ahí vos no te ves durante mucho tiempo, pero cuando te encontrás, y a veces pasan meses o hasta un año, sentís como si te hubieras visto ayer, enganchás enseguida. Es una característica muy humana de la amistad

Figueroa: Yo creo que es la distintiva también. Y me parece que hay indudablemente una unidad espiritual. La amistad tiene también un contenido espiritual. Creo que Dios está especialmente 3 interesado en esa genuina amistad. Creo que en una amistad, o como la que nosotros tenemos, Dios está preocupando, interesado y ocupado en mantener en mantener esa amistad

Papa Francisco: De hecho la actitud de Dios con su pueblo está preñada de cariño paternal, por supuesto, pero también de amistad. No sé cómo podamos interpretar eso de que Dios a Moisés le hablaba cara a cara, como un amigo le habla a otro amigo. Es decir: ¡Dios amigo de Moisés! Esa capacidad de confiarle todo, sus planes, lo que iba a hacer…

Figueroa: Es curiosa esa realidad de que Dios declara esa amistad con un hombre. De alguna manera nos vemos reflejados en Moisés y en Abraham las confesiones judeo-cristianas. Esa amistad, esa fraternidad, o ese encuentro aparece hoy entre las distintas confesiones de fe como algo, no solamente importante, sino como imprescindible de acuerdo a lo que uno ve alrededor del mundo. ¿Cómo percibís hoy esa urgencia del encuentro, del diálogo y hasta la amistad entre las confesiones?

Papa Francisco: En la Biblia hay una palabra después de la caída de Adán y Eva. Dios le dice a la serpiente “pondré enemistad entre ti y la mujer”, y acto seguido Caín mata a su hermano en un acto de enemistad. Los hombres por nuestro pecado, por nuestra debilidad, fomentamos la cultura de la enemistad. Desde la guerra hasta los chismes de los barrios, o en el lugar de trabajo. Donde uno degrada, calumnia o difama al otro con mucha libertad, como si fuera lo más natural, aunque no fuera verdad, con tal de tener una posición más poderosa o algún otra cosa. Frente a la cultura de la enemistad, saliendo ya de lo que es la amistad personal de amigo, estamos hablando ya de la amistad social, hay que trabajar por una cultura del encuentro, es decir de una fraternidad. En la Biblia hay una escena que empieza con la cultura de la enemistad y termina después de años con un encuentro de amor: la historia de José. José por celos es vendido por sus propios hermanos. Y José cuando los reencuentra por casualidad, por el designio de Dios, después de tantos años, se esconde para llorar, porque el amor lo tenía adentro hacia sus hermanos, pese a que lo habían vendido. Ahí tenés un ejemplo de amor, de amistad, de cultura del encuentro: “Yo soy José, vuestro hermano. ¿Cómo está nuestro padre?”

Figueroa: A mí lo que me llama siempre la atención de esa historia de José, que al final él termina en una posición de poder. Y los hermanos se ven expuestos frente a lo que han hecho y de alguna manera están poniéndose a las expensas de lo que José pueda decidir. Y él toma desde el poder, un lugar muy interesante que lo expresa con la frase: “¿Quién soy yo para juzgarlos?”. O sea: ¡Líbrame Dios de juzgarlos! Al contrario, y allí es cuando los abraza. Y me parece a mí, que esta actitud de encuentro, en aquellos que tienen un lugar del poder es especialmente 4 importante hoy. Vos lo has hecho en ese abrazo tan histórico con nuestros hermanos Abraham y Omar. El poder no solamente involucra el servicio que, desde el primer momento vos lo mencionas, sino también implica el no constituirse en un juez del otro. Y eso es algo que nos hace mucho daño porque juez es solo Dios.

Papa Francisco Es verdad, juez es solo Dios. Y nos encanta erigirnos en jueces. ¿Para qué? Para distanciarnos. Juzgar a otro crea distancia, siembra distancia. Como aquel de la parábola del Evangelio que a la noche fue y sembró cizaña, y siembra distancia, siembra enemistad. Y en esta cultura de la enemistad que pervade todo, nuestros gestos, nuestras búsquedas, tienen que ir por el lado de la amistad.

Figueroa: Las confesiones de fe, yo desde mi lugar como protestante-evangélico, también tengo en mi historia, y debo reconocerlo, ejemplos de hermanos evangélicos, que citando un versículo bíblico fuera de contexto, hasta esclavizaban a los negros diciendo que no tenían alma y “justificándolo” con la Biblia. De alguna manera, los hombres de fe, me parece que tenemos hoy una responsabilidad especial en este tema del encuentro hacia la paz. Muchas veces, y aun hoy, se utiliza el nombre de Dios para enemistar, e inclusive para matar, lo que vos llamás “el ecumenismo de la sangre”. ¿Es momento de que los hombres de fe entendamos que tenemos esa misión de construir paz?

Papa Francisco: Ninguna religión es inmune a sus propios fundamentalismos. En toda confesión habrá un grupito de fundamentalistas, cuyo trabajo es destruir en aras de una idea, no de una realidad. Y la realidad es superior a la idea. Dios, sea en el judaísmo, sea en el cristianismo, sea en el islamismo, en la fe de esos tres pueblos, acompaña a su pueblo, es una presencia de compañía. En la Biblia lo vemos, los islámicos en el Corán. Nuestro Dios es un Dios cercano, que acompaña. Los fundamentalistas alejan a Dios de la compañía de su pueblo, lo desencarnan, lo transforman en una ideología. Entonces, en nombre de ese Dios ideólogo, matan, atacan, destruyen, calumnian. Para ser un poco práctico, transforman a ese Dios en un Baal, en un ídolo.

Figueroa: Porque a veces, uno que ha transitado, por supuesto en mucho menor medida, este camino del encuentro, del ecumenismo y del diálogo interreligioso en búsqueda de una paz posible, nos tratan un poco de idealistas, de ingenuos. Yo creo que hoy el mundo está espiritualmente herido. Yo percibo que quizá - pero corregime en tu percepción - el verdadero enemigo de los hombres de bien dentro de su confesión, no somos nosotros, sino que es un manto de oscuridad que ha atravesado todas las esferas: social, económica, política, dentro de la creación, y ante el cual, de alguna manera, necesitamos esa luz que todos tenemos y que viene de Dios para enfrentar esa oscuridad.

Papa Francisco: Es una oscuridad transversal que nos quita horizonte, nos encierra en convicciones, y lo digo entre comillas, en ideologías. Es una muralla, entonces no hay encuentro, siempre busco en el otro un desencuentro. Pongo una muralla en vez de tender un puente y ahí la amistad de los pueblos no se puede dar.

Figueroa: ¿Vos sos optimista con respecto a esto?

Papa Francisco: El optimismo es una actitud sicológica, que es sana, es buena. Hay momentos donde sos pesimista. El problema está en si uno tiene esperanza, y yo tengo esperanza. La esperanza no defrauda. El optimismo te puede defraudar. Mañana que te levantás con un ataque al hígado, y estás pesimista. La esperanza es saber que allá está la promesa de Dios. Aquello de Pablo a Timoteo: “Y si le somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo”, un Dios que es la fidelidad. Y por eso espera, padece, tiene paciencia. Es lindo hablar de la paciencia de Dios.

Figueroa: Un Dios que tiene paciencia. ¿Qué importante eso no?

Papa Francisco: Es un misterio la paciencia de Dios, como también es necesaria la paciencia para forjar una buena amistad entre dos personas. Tiempo y paciencia. Como dicen los árabes: “comer varios kilos de sal”. Mucho tiempo de hablar, estar juntos, conocerse y ahí se forja la amistad. Esa paciencia en la cual una amistad es real, sólida. Porque en ese tiempo pasan muchas cosas en la cual hay que responder como amigo, o como indiferente.

Figueroa: Jesús también pidió a sus discípulos que lo llamen amigo. ¿Qué significa hoy mostrar ser amigo de Jesús? ¿Qué significa hoy la amistad con Jesús? ¿Cómo puedo vivir esa amistad y actuar con ese pensamiento?

Papa Francisco: Él lo dijo en la Cena: “ya no los llamo siervos, sino amigos”. El siervo no sabe lo que va a hacer su señor, el amigo sí. O sea conoce los secretos. Lo que significa hoy, es dejarse decir amigo por él. Porque frente a la palabra de Jesús que te dice amigo. O sos un tonto, o un desgraciado que no entendés lo que significa, o abrís tu corazón y entras en ese diálogo de amistad. Jesús apuesta mucho a ahí, porque podría haber dicho el maestro, el doctor, podría haber dicho tantos títulos. No, “ustedes son mis amigos, yo los escogí por amigos”.

Figueroa: Cuando vos te acercas a la gente, haces parar el papamóvil para abrazar una persona. Cuando tenés esos gestos tan cristo-céntricos. ¿Cómo los vivís? ¿Hay un sentido de responsabilidad, de gozo, de pensamiento, de espiritualidad, hacia la necesidad de mostrar este Cristo amigo, especialmente hacia los vulnerables?

Papa Francisco: Siento la necesidad de acercarme, la cercanía, la projimidad. A veces hay chicos que me conmueven, hay enfermos que me conmueven, y siento la necesidad. Una de las última veces en la plaza, paso y veo una viejita con unos ojos hermosos. Entonces hice detener y me bajé y le pregunte. Abuela, ¿cuántos años tiene? Noventa y dos. Estaba fuerte, ella ahí, parada. Le digo: “Abuela, ¿porque no me da la receta?”. “¡Como ravioles y los hago yo!”. ¡Un sentido del humor, de belleza! Yo no digo que esa señora es mi amiga, pero que hubo una cercanía a una vida. Y a mí me marcó, porque me enseñó a sonreír, me enseñó a mirar limpiamente, me enseñó el sentido del humor…

Figueroa: ¿Vos necesitas eso? Porque para esa mujer, y para tantos otros, ese abrazo, esa mirada tuya es interpretada como la mirada tierna y el abrazo de Jesús.

Papa Francisco: Es que Jesús me abraza en ella. No es solamente que yo voy a dar, voy a recibir. No solo la receta de los ravioles, sino a recibir una vida contenta, alegre, un testimonio de vida.

Figueroa: A veces uno piensa que estás elaborando tantos materiales, dos encíclicas, cantidades de discursos y homilías, aquí en este lugar. ¿Percibís desde tu espiritualidad profundamente cristiana que necesitas eso para seguir adelante tu ministerio?

Papa Francisco: Yo necesito a los fieles, los fieles me dan a mí, me dan de su vida. A veces cuándo gritan, cuando me acerco a saludarlos uno por uno por uno y me dicen sus penas, yo los recibo. El cura tiene que ser un puente, por ello se llama un pontífice, o sea que hace puentes, no un asilado. Cuando un cura se aísla, ya sea en su postura hierática, o en su postura legalista, o en su postura de príncipe. Cuando digo cura, digo obispo, papa. Cuando se aleja, de alguna manera encarna a aquellos personajes a los cuales Jesús les dedica todo el capítulo veintitrés del Evangelio de Mateo. Esos legalistas, fariseos, saduceos, doctores de la ley que de alguna manera se sentían “puros”. Que linda esa parábola del Evangelio cuando el fariseo delante del altar le dice: “Te doy gracias Señor porque no soy como la demás gente, incluso como aquél que está allá atrás… “que era un publicano, un pobre pecador. Y el otro decía “Perdoname Señor que soy un pecador” ¿Jesús qué dice? “Salió justificado éste, no aquel”. Cuando un pastor no se acerca a su pueblo, no solo para darle, sino para recibir de su pueblo, que tiene su mismo bautismo, o sea su misma identidad, no es pastor.

Figueroa: La vara la estás poniendo muy alta para todos los líderes religiosos. Yo sé que es normal y natural en vos, lo has hecho siempre en Buenos Aires. Horas y horas en la fila de San Cayetano, saludando uno por uno. Los que te conocemos sabemos que vos sos así. ¿Pensás que es necesario dar ese ejemplo hoy?

Papa Francisco: No es solo ejemplo, es mi identidad. Me siento cura, y me sale eso. Si no, no sería cura, sería un empleado de la Iglesia. A mí me sale así ser cura. Un encuentro con los fieles, y escuchar no solo las confidencias de los dolores de los fieles, sino también los buenos consejos que te dan.

FIGUEROA: Yo me pregunto ¿Qué pensará? Porque mucha gente te identifica como un referente mundial en favor de la paz y del encuentro, y hasta hablan de premiarte. Y ponen sobre tu ministerio, sobre tu tarea pastoral una carga mundial quizá como uno de los referentes máximos en la historia de la humanidad. ¿Qué pasa por tu interior cuándo escuchas eso?

Papa Francisco: Yo sé que soy un pecador, y entonces lo hablo con Jesús y un poco me río: “Che, que buena que es la gente, como piensa, que buena que es”. Lo bueno que yo tengo se lo agradezco a Él. Puro regalo, puro don. De plagiado no tengo nada, es puro don.

Figueroa: Es llamativo, y creo que Dios sabe lo que hace. La forma y la naturalidad de tu cercanía hacia la gente. El mensaje que estás dando, no solamente entre los católicos o entre los creyentes, sino que varios, aun ateos, de alguna manera dicen: “Bueno, yo no soy católico pero este Papa me cae bien”. ¿Hay un sentido de que hay una misión también fuera de los límites de la Iglesia y aun para todas las personas de buena voluntad del mundo?

Papa Francisco: Un pastor, sea de la confesión que sea, no tiene límites. Es pastor y es pastor. Y uno tiene que luchar contra los propios egoísmos, que yo también los tengo, para que no anulen lo que Jesús te pide de ser pastor, estar metido en medio de su pueblo. Cuando vos lees el Evangelio de Jesús, dice que la gente lo apretujaba, usa ese verbo…

Figueroa: Hablamos acerca de la amistad entre los hombres, con Dios y el rol del pastor, y no quisiera terminar esta charla sin hablar de la amistad del hombre con la creación. En la Encíclica “Laudato SI”, por lo menos hay cuatro o cinco citas donde utilizás las palabras “amigo” y “enemigo”, refiriéndote a la relación del hombre con la creación. Me parece importante, porque primero es una Encíclica ecuménica, en el sentido más profundo de la palabra y después atraviesa el sistema ecológico, no solamente de lo creado, sino también el 8 sistema que tiene que ver con la justicia, con el bien, con la equidad, con una armonía, que bien podríamos hablar de un Shalom, de un equilibrio. ¿Por qué incluir tanto el tema de la necesidad, en este sistema tan injusto que vivimos, para con los hombres como con la creación, de amigarnos, de hermanarnos con lo creado?

Papa Francisco: Evidentemente que maltratamos la creación. No somos amigos de la creación, la tratamos a veces como el peor enemigo. Pensá en deforestaciones, mal uso del agua, métodos de extracción de minerales con elementos como arsénico, cianuro que después terminan enfermando a los pueblos. Dios nos dio una incultura para que la hiciéramos cultura. Cuando dice: “¡Crezcan multiplíquense, dominen la tierra, cuiden la tierra!” O sea, una incultura para que la hiciéramos cultura y así fue progresando la civilización haciéndola cultura. Pero llega un momento en donde el hombre ya no es el que tiene la misión de hacer la cultura, sino que se siente patrón. Y entonces sigue adelante más allá de lo que significa cuidar la tierra, y la descuida. Descuida la creación para llevarla delante a su propósito. Y entonces el hombre termina siendo el creador de una segunda incultura. La primera incultura nos la da Dios para que la hagamos cultura. Cuando yo me apropio de tal manera con suficiencia y soberbia, más allá de los límites que la misma naturaleza me está dando, empiezo a crear la incultura. La energía atómica es buena. Hemos descubierto una energía que necesita ser cuidada, protegida, pero no es mala en sí misma. Pero cuando mirás Nagasaki e Hiroshima, para irnos setenta años atrás, ves lo que es esa cultura transformada en incultura. Varias veces me gusto a mí contar esto de un rabino medieval, del siglo XIII. Cuando hablaba de la Torre de Babel, vos me lo escuchaste seguro. Decía que era un trabajo muy arduo porque había que hacer los ladrillos y para eso había que armar el barro, buscar la paja, amasarla, después una vez amasada armar los ladrillos, secarlo, meterlos en el horno, cocinarlos, y después ir subiéndolos a la torre. Estaban haciendo una cultura, querían hacer una torre grande. Si se caía un ladrillo era un desastre y al que lo dejaba caer lo castigaban. Si se caía un obrero, no pasaba nada, se murió.

Figueroa: Me llama la atención que cuando comienza el capítulo II de la Encíclica, en donde vos hablás del “Evangelio de la creación”, al ser una carta universal, no “pedís permiso”, pero decís, de alguna manera: “les llamará la atención de por qué tengo que hablar del lugar de la fe, de Dios y de la religión en este tema”. Y obviamente está escrita por un Papa, así que es obvio que va a hablar de esto. Vos mencionás acerca que hay un sistema que involucra, eso que vos mencionás, la utilización del hombre, la degradación del hombre. Sistemas corrompidos, caídos con la creación, que tiene que ver con la justicia, con la dignidad, porque están los hombres ahí dentro, no solamente la naturaleza y la creación. ¿De qué manera se enfrenta ese sistema tan perverso?

Papa Francisco: Evidentemente tomando conciencia, lo primero de todo. Es un sistema que por ganar dinero, porque en el fondo está el dinero, el “becerro” siempre es de oro, el ídolo es de oro y está 9 en el centro. Se ha desplazado al hombre del centro y ahí está el dinero. No se tiene en cuenta lo creado, entre ellos el hombre. La esclavitud, el trabajo esclavo, no cuidar la creación, no cuidar al rey de la creación. Es decir, tenemos una mala relación con la creación en este momento. Me viene una expresión muy porteña no sé si es apropiada en boca de un Papa: ¡Porque nos pasamos de rosca! Y no cuidamos la creación, para poder explotar mejor la minería; la deforestación para hacer el monocultivo, cuando la tierra necesita el cultivo variado. Me acuerdo cuando estudiaba química, tres años de maíz, dos años de alfalfa, es decir todo el proceso de nitrogenación de la tierra. Ahora, monocultivo hasta que se agote la tierra…

Figueroa: Destruimos el ecosistema, y en el ecosistema hay personas. Y el objetivo es económico, porque no hay otro…

Papa Francisco: Las represas hidroeléctricas que están planeadas por ejemplo en el Amazonas. El Amazonas abarca varios países, así que no sé de qué país, por eso no hablo mal de ningún país. Pero represas hidroeléctricas que significan un desequilibrio total en el ecosistema.

Figueroa: En el punto 74 del capítulo II que mencionaba de la Encíclica, vos utilizás una frase muy fuerte. Decís: “La injusticia no es invencible”. Eso trae una mirada esperanzadora. ¿Estamos tarde en este drama del daño a la creación, o también tenemos que tener esperanza?

Papa Francisco: Recuerdo la frase de un dirigente político muy importante del mundo: “No se trata de cuidar la creación para formar un mundo mejor para nuestros hijos, es que no lo habrá”. Si seguimos en este ritmo, no lo habrá. Se trata de cuidar la creación para este momento. Estamos al borde de lo irreversible, es trágico esto. Y por otro lado, no es invencible porque, aunque se llegue a la catástrofe yo creo en la tierra nueva y en los cielos nuevos. Tengo esperanza y sé que la creación va a ser transformada.

Figueroa: Ya estamos llegando al final. Yo quiero agradecerte profundamente este tiempo de diálogo. “Diálogos para el encuentro” es un programa de diálogo entre las distintas confesiones de fe y es escuchado por personas de diversas confesiones. Yo te quiero pedir, que des un mensaje, que sientas en tu corazón para las personas que están escuchando.

Papa Francisco: Agradecerles que hayan gastado parte de su tiempo en escucharnos a nosotros dos, que no somos precisamente una telenovela divertida. Agradecerles todo el bien que puedan hacerle por cuidar la creación. Pedirles que recen por mí, necesito. Y de todo corazón les deseo que Dios los bendiga.

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