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jueves, 20 de noviembre de 2014

Homilía papal: la conversión del cristiano - 18/Nov/2014



VATICANO, 18 Nov. 14 / 10:34 am (ACI/EWTN Noticias).- La homilía del Papa Francisco esta mañana en la residencia Santa Marta ha tenido como tema general la conversión del cristiano y la necesidad de ser verdaderos seguidores de Cristo.

Para sus palabras, ha tomado como modelo el evangelio de la liturgia de hoy, como hace cada día. En este caso, se trata del Evangelio de San Lucas que narra el episodio en el Zaqueo se sube a un árbol para ver mejor a Jesús y se convierte cuando Cristo se dirige a él.

El Santo Padre recordó la historia de este hombre, que luego de encontrarse con el Señor promete cuatro veces más lo que ha robado: “cuando la conversión llega a los bolsillos, es segura. ¿Cristianos de corazón? Sí, todos. ¿Cristianos de alma? Todos. Pero, cristianos de bolsillos, ¡pocos, eh! Pocos. Pero, la conversión… y aquí llegó inmediatamente: la palabra auténtica. Se ha convertido. Pero ante esta palabra, la otra palabra, de aquellos que no querían la conversión, que no querían convertirse: ‘Viendo aquello, murmuraban: ‘¡Ha entrado en la casa de un pecador!’: se ha ensuciado, ha perdido la pureza. Debe purificarse porque ha entrado en casa de un pecador’”.

El Papa explicó que “convertirse es una visita de Dios” y el Señor se lo pide a los cristianos que viven en la “espiritualidad de la comodidad”. Francisco propuso por ello “tres llamadas a la conversión” que son las mismas que Jesús hace “a los tibios, a los cómodos, a los de la apariencia, a los que se creen ricos pero son pobres, no tienen nada, están muertos”. La Palabra de Dios “es capaz de cambiar todo”, pero “no siempre tenemos la valentía de creer en la Palabra de Dios, de recibir esta Palabra que nos cura por dentro”.

Éstas personas piensan: “hago las cosas como puedo, hago las cosas como puedo, pero tengo paz, que nadie venga a molestarme con cosas raras”. ”Va a misa los domingos, reza algunas veces, se siente bien, está en gracia de Dios, es rico” y “no necesita nada, está bien”, indicó el Papa refiriéndose a cómo piensan muchos fieles.

Esta forma de ser, según el Pontífice, es un estado de pecado. Con estas personas, “tibias”, dijo el Papa tomando las palabras del libro del Apocalipsis, el Señor “no se queda corto” y a ellos les dice: “Porque eres tibio te vomitaré de mi boca”. A estos, además, les aconseja “vestirse” porque “los cristianos cómodos están desnudos”.

La “segunda llamada” a la conversión es a “los que viven de las apariencias, los cristianos de las apariencias”. “Las apariencias son el sudario de estos cristianos: están muertos”. Y Dios les “llama a la conversión”. A continuación ha hecho la pregunta que en la Iglesia debería hacerse cada uno. “¿Soy un cristiano de apariencia? ¿Estoy vivo dentro, tengo una vida espiritual? ¿Escucho al Espíritu Santo, lo siento, voy hacia delante, o no…?”.

“Sin embargo, si todo parece estar bien, no tengo nada que reprenderme: tengo una buena familia, la gente no habla mal de mí, tengo todo lo necesario, estoy casado por la Iglesia… estoy en gracia de Dios, estoy tranquilo… ¡Las apariencias! Los cristianos de apariencias, ¡están muertos!”, dijo con rotundidad. Ante esta situación, “hay que buscar algo vivo en nuestro interior y con la memoria y la vigilancia, revivir para seguir adelante. Convertirse: de las apariencias a la realidad. De la tibieza al fervor”, explicó en la capilla de la residencia Santa Marta.

A Zaqueo, el evangelista califica de “jefe de publicanos y rico”. “Es un corrupto” porque “trabajaba para los extranjeros, para los romanos, traicionaba a su patria”. “Era como uno de los muchos dirigentes que conocemos: corruptos. Estos que, en vez der servir al pueblo, se aprovechaban de él para servirse a sí mismos. Algunos hay en el mundo”, aseguró Francisco.

“Y la gente no lo quería. Esto sí, no era tibio: no estaba muerto. Estaba en estado de putrefacción. Propiamente corrupto”. No obstante, “escuchó algo dentro: este que cura, este al que llaman profeta y que dicen que habla tan bien, quisiera verlo por curiosidad”. Para Francisco, esta llamada interior era “el Espíritu Santo”.

“Es listo, ¿eh? –añadió-. Sembró la semilla de la curiosidad, y este hombre por verle, hace un poco el ridículo. Piensa en un dirigente que sea importante, y corrupto, un jefe de dirigentes, este era jefe, subirse a un árbol para ver una procesión: ¡Qué ridículo!”. Según prosigue el relato evangélico, Zaqueo “no tuvo vergüenza”. Quería verlo y “dentro trabajaba el Espíritu Santo”. Y después, “la Palabra de Dios entró en ese corazón y, con la Palabra, la alegría”.

“Los de la comodidad y los de la apariencia, ha dicho el Pontífice, han olvidado lo que es la alegría, este corrupto la siente enseguida”. Por tanto, “el corazón cambia, se convierte”.

Por último, el Papa Francisco ha asegurado que la Iglesia quiere que “pensemos mucho, muy seriamente en nuestra conversión, para que podamos seguir adelante en el camino de nuestra vida cristiana”.

“Que recordemos la Palabra de Dios, que recordemos, que custodiemos esto, que vigilemos, y que obedezcamos la Palabra de Dios, para que podamos comenzar una vida nueva, convertida”, concluyó.
¿Qué puede aprender un cristiano del “sándwich de jamón y queso”? El Papa responde

el Papa Francisco recordó las palabras del humorista Landriscina, “quien hacía ver la diferencia que hay entre colaborar y comprometerse. Todos tienen que colaborar, pero los cristianos tenemos que comprometernos. Landriscina decía: ‘La vaca cuando nos da la leche colabora para nuestra alimentación. Se da la leche y se hace el queso, y entonces hacemos un sándwich. Pero un sándwich de queso es un poco soso, entonces hay que ponerle jamón. Vamos a ver al chancho, y el chancho para hacer jamón no colabora, da la vida, se compromete’”.

https://www.youtube.com/watch?v=VIcotYgp3fg

Las claves del Papa Francisco para ser santo en lo cotidiano

VATICANO, 19 Nov. 14 / 10:19 am (ACI).- El Papa Francisco dedicó su catequesis de la audiencia general de este miércoles a reflexionar sobre el llamado universal a la santidad, recordó que “¡todos podemos ser santos!” y explicó las claves para vivir esto en la vida cotidiana.

En una mañana soleada en Roma, el Santo Padre recordó que “un gran don del Concilio Vaticano II es el de haber recuperado una visión decisión de la Iglesia fundada en la comunión, y haber entendido de nuevo el principio de la autoridad y de la jerarquía en esa perspectiva”. Gracias a este hecho, se entiende mejor “que todos los cristianos, como bautizados, tienen una igual dignidad ante el Señor y los une la misma vocación, que es la de la santidad”.

El Papa explicó luego las líneas generales de lo que significa el don de la santidad para cada persona: “antes que nada debemos tener muy presente que la santidad no es algo que nos procuramos nosotros, que obtenemos nosotros con nuestras cualidades y nuestras capacidades”.

“La santidad es un don, es el don que nos hace el Señor Jesús, cuando nos toma consigo y nos reviste de sí mismo, nos hace como Él. En la Carta a los Efesios, el apóstol Pablo afirma que “Cristo ha amado a la Iglesia y se ha dado a sí mismo por ella, para hacerla santa”, explicó el Santo Padre a los miles de congregados en la Plaza de San Pedro.

La santidad, prosiguió el Pontífice, “es el rostro más bello de la Iglesia: es redescubrirse en comunión con Dios, en la plenitud de su vida y de su amor. Se entiende, entonces, que la santidad no es una prerrogativa solo de algunos: la santidad es un don que se ofrece a todos, nadie está excluido, por eso constituye el carácter distintivo de todo cristiano”.

A su parecer, “para ser santos, no es necesario por fuerza ser obispos, sacerdotes o religiosos. ¡Todos estamos llamados a ser santos!” y precisamente “muchas veces, tenemos la tentación de pensar que la santidad se reserva solo a los que tienen la posibilidad de separarse de los asuntos cotidianos, para dedicarse exclusivamente a la oración. ¡Pero no es así!”, dijo enérgico el Papa.

Pero, ¿qué es la santidad? No es “cerrar los ojos y poner caras” sino vivir “con amor” y ofrecer “el testimonio cristiano en las ocupaciones de todos los días donde estamos llamados a convertirnos en santos. Y cada uno en las condiciones y en el estado de vida en el que se encuentra”.

En este sentido, el Papa enumeró una serie de “estados de vida” y la manera correcta de llevar a la santidad a ellos: “¿Eres consagrado o consagrada? Sé santo viviendo con alegría tu donación y tu ministerio. ¿Estás casado? Sé santo amando y cuidando a tu marido o a tu mujer, como Cristo hizo con la Iglesia. ¿Eres un bautizado no casado? Sé santo cumpliendo con honestidad y eficiencia tu trabajo y ofreciendo tu tiempo al servicio de los hermanos”.

“Allí donde trabajas puedes ser santo. Dios te da la gracia de ser santo. Dios se comunica contigo. Allí donde trabajas. En cualquier lugar se puede ser santo si nos abrimos a esa gracia que trabaja en nosotros y nos lleva a la santidad”.

“¿Eres padre o abuelo? Sé santo enseñando con pasión a los hijos y nietos a conocer y seguir a Jesús. Se necesita mucha paciencia para esto, para ser buenos padres, buenos abuelos es necesaria la paciencia, ahí viene la santidad: ejercitando la paciencia ¿Eres catequista, educador o voluntario? Sé santo convirtiéndote en signo visible del amor de Dios y de su presencia al lado de las personas”.

Es decir, prosiguió el Santo Padre, “cada estado de vida lleva a la santidad, ¡siempre! En tu casa, en la calle, en el trabajo, en la Iglesia. En cualquier momento y estado de vida que tengas está abierto el camino a la santidad. No se cansen de seguir este camino” porque “es Dios quien te da la gracia. Lo único que te pide el Señor es que estemos en comunión con el Señor y al servicio de los hermanos”

Además, el Santo Padre pidió a todos hacer “examen de conciencia” y responder en silencio cómo se ha respondido a la llamada del Señor a la santidad.

Una invitación a la alegría

“Cuando el Señor nos invita a convertirnos en santos, no nos llama a cualquier cosa pesada, triste… ¡Todo lo contrario! Es la invitación a compartir su alegría, a vivir y a ofrecer con alegría todos los momentos de nuestra vida, haciéndola, al mismo tiempo, un don de amor por las personas que tenemos al lado”.

Para Francisco, “si comprendemos esto, todo cambia adquiere un significado nuevo, bello, comenzando por las pequeñas cosas de todos los días”, dijo para continuar con varios ejemplos que hicieran sus palabras más comprensibles a la gente: “Una señora va al mercado a comprar, encuentra a una vecina empiezan a hablar y comienza la charla, pero si ella dice no quiero hablar mal de nadie, allí empieza el camino de la santidad”.

“O si tu hijo quiere hablar contigo de sus historias, o de que está cansado de trabajar, ponte cómodo y escucha a tu hijo que te necesita: ese es otro paso a la santidad. Termina la jornada, estamos cansados todos, llega la hora de la oración: ese es otro paso hacia la santidad. Llega el domingo: vamos a Misa a comulgar, a veces una buena confesión que nos limpie un poco, otro paso a la santidad”.

“Rezar a la Virgen que es tan buena, tan bella, rezo un Rosario: otro paso a la santidad. Tantos pasos pequeños hacia la santidad. O voy por la calle, veo a un pobre, me detengo, le pregunto, le doy algo, es otro paso hacia la santidad. Pequeñas cosas que son pequeños pasos hacia la santidad”, explicó.

Estos “pequeños pasos” nos convertirán “en personas mejores, libres del egoísmo y de la clausura en nosotros mismos, abiertos a los hermanos y a sus necesidades”.

Para concluir, el Papa Francisco volvió a exhortar a todos para acoger el don de la santidad “con alegría” y a sostenerse “los unos a los otros, para que el camino hacia la santidad no se recorra solo”, sino que “juntos en ese único cuerpo que es la Iglesia, amada y hecha santa por el Señor Jesucristo. Vayamos adelante, con valentía, en este camino hacia la santidad”, terminó.

¡ Ave María puríssima !
Gracias por tu apoyo. Recemos unos por otros.
Unidos en el Corazón de la Sagrada Familia,
El equipo de voluntarios de IESVS.org

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**Visita: http://elportaldeolgaydaniel.blogspot.com.ar/

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