Otro problema de la ideología de género es que al desconocerse las diferencias naturales, se juzga al otro sexo con los parámetros del propio y esto agrava los conflictos familiares, la tasa de divorcio, la tasa de abandono del hogar (por padres o hijos), la cantidad de niños en la calle.
Conociendo las diferencias y complementariedad, es más fácil comprenderse mutuamente, no sólo entre parejas, sino entre padres e hijos, jefe y subordinado, etc.
Ausencia paterna
Debido en parte a la ideología de género, algunas mujeres echan a sus maridos del hogar o toman una pareja lesbiana, ignorando que las estadísticas muestran que los niños de hogares sin padre tienen:
· 4,6 veces más probabilidades de cometer suicidio
· 6,6 veces para convertirse en madres adolescentes (si son niñas)
· 24,3 veces más probabilidades de huir
· 15,3 veces más propensos a tener trastornos de conducta
· 6,3 veces más probabilidades de estar en una institución operada por el estado
· 10,8 veces más probabilidades de cometer violación
· 6,6 veces más probabilidades de abandonar la escuela
· 15,3 veces más probabilidades de terminar en prisión, durante la adolescencia
· 33 veces más probabilidades de ser abusados seriamente (necesidad de atención médica)
· 73 veces más probabilidades de ser asesinados
Según http://www.divorceresistance.info/scope.html
· Los niños que viven con sus propios padres casados gozan de mejor salud física que los de otras formas de “familia”.
· El matrimonio de los padres se asocia a un riesgo considerablemente menor de mortalidad infantil.
· El matrimonio está asociado a menor consumo de drogas y alcohol para los adultos y los adolescentes.
· Los niños cuyos padres se divorcian tienen mayores tasas de problemas psicológicos como la depresión y otras enfermedades mentales.
· El divorcio está vinculada a las tasas de suicidio más altas.
· Las madres casadas tienen tasas más bajas de depresión que las madres solteras o unidas.
· “El niño que crece sin padre presenta un riesgo mayor de enfermedad mental, de tener dificultades para controlar sus impulsos, de ser más vulnerable a la presión de sus pares y de tener problemas con la ley. La falta de padre constituye un factor de riesgo para la salud mental del niño". Vargas (2007).
Las estadísticas muestran que los hijos de padres separados tienen una probabilidad de separarse, notoriamente superior, y así arruinar su vida como lo hicieron sus padres.
Homosexualidad
Salvo viudez u otro caso sin culpa propia, la ausencia de la figura paterna puede traer trastornos, incluso graves y de largo plazo en los hijos. Por ejemplo, el trastorno de identidad de género (homosexualidad).
La ideología de género ha llevado a aceptar la homosexualidad como algo natural, a pesar de que no tiene nada de natural tratar de unir tuercas con tuercas y tornillos con tornillos en vez de tuercas con tornillos. La Palabra de Dios es clara: la actividad homosexual es uno de los pecados que más clama al Cielo: tarde o temprano, cada pecado nos trae un auto-castigo que es espiritual pero también material, individual pero también colectivo (pestes, plagas, desastres naturales).
La falacia de la igualdad de género
Una de las causas de divorcio es la incomprensión del rol de la mujer en la familia.
La Palabra de Dios reconoce la igual dignidad del varón y la mujer.
Gálatas 3
26 Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
27 En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo:
28 ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Hombre y mujer tienen igual dignidad y derechos en cuanto a seres humanos, pero no igualdad de derechos y obligaciones en cuanto varón y mujer.
Las obligaciones surgen de los talentos y justamente el género determina ciertos talentos que no son iguales entre varón y mujer. Por ejemplo, sólo la mujer tiene obligación de ser madre (aunque sea madre espiritual, como una monja de clausura).
Los derechos surgen de las obligaciones: si las obligaciones son distintas, también los derechos.
Conclusión: el hombre y la mujer no tienen los mismos derechos, en cuanto a los vinculados al género.
La Palabra de Dios y el rol de la mujer
1 Corintios 11
3 Sin embargo, quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios.
Colosenses 3
18 Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.
Efesios 5
22 Las mujeres a sus maridos, como al Señor,
23 porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo.
24 Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo.
Romanos 13
7 Dad a cada cual lo que se debe: … a quien respeto, respeto; a quien honor, honor.
Efesios 5
33 En todo caso, … la mujer, que respete al marido.
1 Timoteo 2
11 La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión.
12 No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio.
1 Corintios 7
4 No dispone la mujer de su cuerpo, sino el marido. Igualmente, el marido no dispone de su cuerpo, sino la mujer.
Tito 2
4 para que enseñen a las jóvenes a ser amantes de sus maridos y de sus hijos,
5 a ser sensatas, castas, hacendosas, bondadosas, sumisas a sus maridos, para que no sea injuriada la Palabra de Dios.
1 Corintios 7
39 La mujer está ligada a su marido mientras él viva
Después del pecado original el Señor dice a la mujer: "Multiplicaré los trabajos de tus preñeces. Parirás con dolor los hijos y buscarás con ardor a tu marido que te dominará" (Gén 3, 16).
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1986/documents/hf_jp-ii_aud_19861008_sp.html
1 Corintios 11
7 El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues es imagen y reflejo de Dios; pero la mujer es reflejo del hombre.
8 En efecto, no procede el hombre de la mujer, sino la mujer del hombre.
9 Ni fue creado el hombre por razón de la mujer, sino la mujer por razón del hombre.
10 He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles.
Este signo es el velo, o el pelo suelto como velo.
El velo de la mujer, en palabras de los Padres de la Iglesia, es “el peso de su sumisión constitucional”o su “yugo”, o el “símbolo de su sumisión”.
El Magisterio y el rol de la mujer
Carta Encíclica Immortale Dei de León XIII
En numerosos pasajes de sus obras San Agustín ha subrayado con su elocuencia acostumbrada el valor de los bienes, sobre todo cuando, hablando con la Iglesia católica, le dice: «Tú instruyes y enseñas con sencillez a los niños, con energía a los jóvenes, con calma a los ancianos, según la edad de cada uno, no sólo del cuerpo, sino también del espíritu. Tú sometes la mujer a su marido con casta y fiel obediencia, no para satisfacer la pasión, sino para propagar la prole y para la unión familiar. Tú antepones el marido a la mujer, no para afrenta del sexo más débil, sino para demostración de un amor leal. Tú sometes los hijos a los padres, pero salvando la libertad de aquéllos. Tú colocas a los padres sobre los hijos para que gobiernen a éstos amorosa y tiernamente. Tú unes a ciudades con ciudades, pueblos con pueblos; en una palabra: vinculas a todos los hombres, con el recuerdo de unos mismos padres, no sólo con un vínculo social, sino incluso con los lazos de la fraternidad. Tú enseñas a los reyes a mirar por el bien de los pueblos, tú adviertes a los pueblos que presten obediencia a los reyes. Tú enseñas con cuidado a quién es debido el honor, a quién el efecto, a quién la reverencia, a quién el temor, a quién el consuelo, a quién el aviso, a quién la exhortación, a quién la corrección, a quién la reprensión, a quién el castigo, manifestando al mismo tiempo que no todos tienen los mismos derechos, pero que a todos se debe la caridad y que a nadie puede hacérsele injuria»(19).
http://www.vatican.va/holy_father/leo_xiii/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_01111885_immortale-dei_sp.html
CARTA ENCÍCLICA CASTI CONNUBII DEL PAPA PÍO XI
SOBRE EL MATRIMONIO CRISTIANO
10. Finalmente, robustecida la sociedad doméstica con el vínculo de esta caridad, es necesario que en ella florezca lo que San Agustín llamaba jerarquía del amor, la cual abraza tanto la primacía del varón sobre la mujer y los hijos como la diligente sumisión de la mujer y su rendida obediencia, recomendada por el Apóstol con estas palabras: "Las casadas estén sujetas a sus maridos, como al Señor; porque el hombre es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia"[31].
Tal sumisión no niega ni quita la libertad que en pleno derecho compete a la mujer, así por su dignidad de persona humana como por sus nobilísimas funciones de esposa, madre y compañera, ni la obliga a dar satisfacción a cualesquiera gustos del marido, no muy conformes quizá con la razón o la dignidad de esposa, ni, finalmente, enseña que se haya de equiparar la esposa con aquellas personas que en derecho se llaman menores y a las que por falta de madurez de juicio o por desconocimiento de los asuntos humanos no se les suele conceder el ejercicio de sus derechos, sino que, por lo contrario, prohíbe aquella exagerada licencia, que no se cuida del bien de la familia, prohíbe que en este cuerpo de la familia se separe el corazón de la cabeza, con grandísimo detrimento del conjunto y con próximo peligro de ruina, pues si el varón es la cabeza, la mujer es el corazón, y como aquél tiene el principado del gobierno, ésta puede y debe reclamar para sí, como cosa que le pertenece, el principado del amor.
El grado y modo de tal sumisión de la mujer al marido puede variar según las varias condiciones de las personas, de los lugares y de los tiempos; más aún, si el marido faltase a sus deberes, debe la mujer hacer sus veces en la dirección de la familia. Pero tocar o destruir la misma estructura familiar y su ley fundamental, establecida y confirmada por Dios, no es lícito en tiempo alguno ni en ninguna parte.
Sobre el orden que debe guardarse entre el marido y la mujer, sabiamente enseña Nuestro Predecesor León XIII, de s. m., en su ya citada Encíclica acerca del matrimonio cristiano: "El varón es el jefe de la familia y cabeza de la mujer, la cual, sin embargo, puesto que es carne de su carne y hueso de sus huesos, debe someterse y obedecer al marido, no a modo de esclava, sino de compañera, es decir, de tal modo que a su obediencia no le falte ni honestidad ni dignidad. En el que preside y en la que obedece, puesto que el uno representa a Cristo y la otra a la Iglesia, sea siempre la caridad divina la reguladora de sus deberes"[32].
Están, pues, comprendidas en el beneficio de la fidelidad: la unidad, la castidad, la caridad y la honesta y noble obediencia, nombres todos que significan otras tantas utilidades de los esposos y del matrimonio, con las cuales se promueven y garantizan la paz, la dignidad y la felicidad matrimoniales, por lo cual no es extraño que esta fidelidad haya sido siempre enumerada entre los eximios y peculiares bienes del matrimonio.
http://www.vatican.va/holy_father/pius_xi/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_31121930_casti-connubii_sp.html
La subordinación de la mujer al hombre en Cristo
“Subordinación” no significa que no haya igual dignidad.
Hebreos 13
17 Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues velan sobre vuestras almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna.
No se puede ser Santo sin practicar las virtudes evangélicas de obediencia, pobreza y castidad.
Desobedecer al marido en temas no inmorales (educación de los hijos) es pecado (o imperfección) de desobediencia, aún si el marido estuviera equivocado. Al desobedecerle, la mujer desobedece a Cristo. Una mujer desobediente y rebelde jamás será Santa.
Por algo, el lema de unas mal llamadas feministas era: “Ni dios, ni patrón, ni marido”, es decir no someterse a nadie.
El Magisterio, desde la Palabra de Dios abajo citada, siguiendo por Tertuliano, los Padres, San Agustín, Santo Tomás, Papas y Concilios, siempre sostuvieron que la mujer está subordinada al hombre, como la Iglesia, esposa mística de Cristo, lo está a Cristo. Decir que la mujer no está subordinada al hombre, es decir que la Iglesia no debe estar sometida a Cristo. Negar la subordinación de la Iglesia y de la mujer es negar la Palabra de Dios.
En ningún lugar del Magisterio se dice que la mujer no está subordinada al hombre, o que no le deba obediencia y sumisión. Todo lo contrario.
Este es un error que está costando la destrucción de muchos hogares y a la sociedad.
En general, descartando las disfuncionalidades, en un hogar Cristiano (en gracia), la mujer es más el corazón del hogar y el hombre, la cabeza.
Es reduccionista pretender que la subordinación no lo sea "en Cristo", en el amor, pretendiendo obediencia incluso en cosas malas y egoístas.
San José nunca pecó. Pensar mal de alguien no viene de Dios: o es un pecado o una imperfección. San José jamás pensó que la Virgen estaba embarazada por serle infiel. Negar la debida sumisión de la esposa e hijos al Jefe del hogar es pensar mal de San José, porque justamente, según los místicos como la Beata Ana Catalina Emmerick, el decidió abandonar a la Virgen por no considerarse digno de Ella y del Fruto de Su Vientre: el intuía que Ella era la profetizada inmaculada Madre de Dios y por eso, en su humildad, no podía haber otra solución que alejarse para evitar que Ella y Él tuvieran que subordinarse a un mortal, concebido en pecado original (in peccatis concepit me mater mea, Ps 50(51),7).
San José también tembló al pensar que tendría que rendir cuenta de cómo ejercía su autoridad y en la responsabilidad de educar y preservar a Dios Hijo:
Lucas 2
51 Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.
52 Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.
Misterio insondable la sumisión de Dios a María y la de María a José. El Creador del universo “se anonadó a sí mismo” (Fl. 2,7) y se humilló (se hace el más humilde), sometiéndose al más humilde de la historia de los hombres. La Reina del universo también. Negar la subordinación de la mujer y la prole al marido es restar “mérito” al anonadamiento de Dios.
El Magisterio de Juan Pablo II sobre la dignidad de la mujer
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1982/documents/hf_jp-ii_aud_19820811_sp.html
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1982/documents/hf_jp-ii_aud_19820901_sp.html
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_letters/documents/hf_jp-ii_apl_15081988_mulieris-dignitatem_sp.html
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20040731_collaboration_sp.html
La Santísima Virgen es el modelo feminista a seguir por la mujer. Ella tenía la inmortalidad y la ciencia infusa pero, al igual que Cristo, dejó todos sus “superpoderes” praeternaturales para revestirse de nuestra carne mortal (naturaleza caída) para ser una “simple” ama de casa.
La que era por dignidad la más grande (por ser inmaculada y llamada a ser Madre de Dios), en su humillación, haciendo las tareas más simples y pequeñas por amor a Dios, ganó la corona, la dignidad, la honra, la gloria, más grande del universo que pueda darse a creatura alguna.
Imaginen a la Reina del Universo, tejiendo, buscando agua, cocinando, enseñando a leer, pidiendo órdenes a José, ¡un mortal!… Dice la Beata Emmerick que San Lorenzo, mártir cocinándose en la parrilla por amor a Dios, no llegaba a los méritos de María tejiendo.
Nada hará más feliz a una mujer que cumplir su vocación de santificar a su marido (que debiera ser su prioridad número uno) y llenar el Cielo de Santos a través de su maternidad generosa y fecunda (si no puede tener hijos, siempre puede tener hijos espirituales).
Ay de las mujeres que sin causa grave se cierran al don de la vida. Se arrepentirán toda la eternidad de no haber cumplido con el mandato divino a Adán y Eva, Noé y su esposa: “multiplicaos”.
Ay de las mujeres que abandonan a su marido sin causa grave: están abandonando su vocación principal, su propia cabeza, a Cristo, representado en su marido.
El hombre debe someterse a la mujer en Cristo
Efesios 5
21 Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo.
25 Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella,
26 para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra,
27 y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada.
28 Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo.
29 Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia,
30 pues somos miembros de su Cuerpo.
31 Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne.
32 Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia.
33 En todo caso, en cuanto a vosotros, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido.
Colosenses 3
19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Efesios 6
28 Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo.
29 Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia,
31 Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne.
33 En todo caso, en cuanto a vosotros, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido.
1 Corintios 11
11 Por lo demás, ni la mujer sin el hombre, ni el hombre sin la mujer, en el Señor.
12 Porque si la mujer procede del hombre, el hombre, a su vez, nace mediante la mujer. Y todo proviene de Dios.
Y sin embargo, salvo anomalías, el hombre es la autoridad máxima, el jefe y cabeza de la familia. Palabra de Dios.
Es incluso quien debe decidir el nombre del bebé:
Lucas 1
59 Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías,
60 pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan.»
61 Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.»
62 Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase.
63 El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos quedaron admirados.
Por eso San José habrá templado al pensar que él circundaría y pondría el nombre que está sobre todo nombre.
Filipenses 2
1 Así, pues, os conjuro en virtud de toda exhortación en Cristo, de toda persuasión de amor, de toda comunión en el Espíritu, de toda entrañable compasión,
2 que colméis mi alegría, siendo todos del mismo sentir, con un mismo amor, un mismo espíritu, unos mismos sentimientos.
3 Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo,
4 buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás.
5 Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo:
6 El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
7 Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre;
8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.
10 Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos,
11 y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre.
Ay de los hombres que sin causa grave abandonan a su esposa: están abandonando a su propio cuerpo, a Cristo. Están saboteando su vocación principal: amar a su esposa, ayudándole a obtener el mayor bien, la Santidad.
El modelo trinitario
La Sagrada Familia es el “reflejo” de la Santísima Trinidad en la tierra y muestra el modelo a seguir por los esposos: a pesar de las jerarquías, cada una de las personas compite en humildad por someterse a la otra.
La jerarquía celestial del orden de la unión hipostática:
1. Dios Hijo
2. María
3. José
4. Ana
5. Joaquín
El orden de la procedencia trinitaria:
1. Padre
2. Hijo
3. Espíritu Santo
Jerarquía terrena establecida por Dios en la creación de Adán y en Su Palabra:
1. Marido
2. Mujer
3. Hijo
Notar que el Hijo ocupa cada una de las tres posiciones. Esto muestra que el criterio carnal humano de dominación, nada tiene que ver con el concepto de subordinación y jerarquía usado por Dios, donde la autoridad tiene relación con la humildad, el servicio y el anonadamiento.
Marcos 10
42 Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder.
43 Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor,
44 y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos,
45 que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»
Lucas 9
46 Se suscitó una discusión entre ellos sobre quién de ellos sería el mayor.
47 Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado,
48 y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor.»
Juan 13
4 se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó.
5 Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
6 Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?»
12 Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
13 Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy.
14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.
15 Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.
16 «En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía.
17 «Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís.
¡Amén!
¡Bendita sea la Sagrada Familia de la Santísima Trinidad!
¡ Ave María puríssima !
Gracias por tu apoyo. Recemos unos por otros.
Unidos en el Corazón de la Sagrada Familia,
El equipo de voluntarios de IESVS.org
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