El milagro que permitió la canonización de 800 mártires que salvaron Europa.
ROMA, 10 May. 13 / 06:59 pm (ACI/EWTN Noticias).- La italiana Sor Francisca Levote es la religiosa clarisa cuya milagrosa curación permitirá que este domingo sean canonizados Antonio Primaldo y sus 800 compañeros asesinados por musulmanes del Imperio Otomano durante el asedio a la ciudad italiana de Otranto en 1480.
Silvia Mónica Corriale, la postuladora de la Causa de Canonización de los mártires, explicó a ACI Prensa que los médicos tuvieron muy claro desde el principio que solo podía tratarse de un milagro, ya que “la curación no tenía explicación científica”.
A finales de los años ‘70s Sor Francisca sufrió un tumor maligno en “un estado muy avanzado”, los médicos de la época la sometieron a la intervención quirúrgica de acuerdo a las normas de entonces, pero hoy día ese tipo de intervención sería impensable, porque se conoce que solo consigue propagar la metástasis, es decir, que el cáncer se extienda por todo el cuerpo.
La religiosa clarisa sufrió metástasis pero se encomendó a los mártires y milagrosamente sanó y pudo dar fe de ello durante treinta años hasta 2012, cuando murió a los 84 años de edad.
La religiosa pertenecía al Monasterio de las Clarisas de la Arquidiócesis del Salento, donde se ubica Otranto. Su monasterio empezó a derrumbarse y “el Obispo las trasladó a uno nuevo ubicado justo en la misma Colina donde ocurrió el martirio. Al lado de la Basílica Menor de los Mártires”, explica la postuladora.
“Increíblemente el Señor ya había elegido a una de ellas para manifestar el signo necesario para la canonización de los mártires, y las Clarisas de esa manera, quedan vinculadas un poco al Papa Francisco, porque el milagro ocurrió a una de las hijas de Santa Clara que están tan relacionadas con el Santo que da nombre al Papa, San Francisco”.
“Fue una alegría de que el señor eligiera a una monja consagrada para manifestarse”, añadió.
En 1480 los turcos otomanos invadieron Italia, el ejército italiano había dejado desprotegida Otranto, y la ciudad fue asediada por los musulmanes. Corriale explica que en ese episodio los musulmanes mataron al Obispo, a los sacerdotes y a los fieles que estaban en la catedral, y tomaron presos a todos los habitantes varones mayores de 15 años que se refugiaban en la colina de la ciudad.
“Los tuvieron allí unos días esperando a que se convirtieran al Islam, pero todos se negaron: ‘Somos hijos de Cristo, y le seremos fieles a Él aunque nos cueste la vida’”, contestaron ante la opresión musulmana.
Corriere explica que lo que mantuvo alta la moral del grupo hasta el último momento de vida fue un zapatero llamado Antonio, y a quien se recuerda hasta nuestros días como Antonio Primaldo, porque fue el primer de ellos en ser decapitado pero no en caer el suelo.
“Le cortaron la cabeza, pero él quedó en pie y no cayó hasta que no murió el último, antes de morir cada uno de ellos tomaba fuerzas mirando el cuerpo en pie de Antonio decapitado, y en ese gesto maravilloso de Dios, tomaban fuerza para mantenerse fieles al Señor hasta el martirio”, señala Corriale.
La historia demuestra que desde el primer momento se les tuvo una devoción tremenda y se les tomó como mártires, el primer Proceso de Canonización comenzó en el año 1700, y fueron declarados beatos en el 1771.
“Después de tantos siglos los mártires de Otranto tienen este reconocimiento de ser proclamados Santos y entrar en el árbol de los Santos de la Iglesia Universal”.
Corriale nació en Argentina y desde hace 25 años vive en Roma trabajando como postuladora para Causas de Canonización y Beatificación para la Congregación de las Causas de los Santos, precisamente, ella fue la primera laica de la historia que trabajó en esto.
La postuladora además lleva adelante la causa de canonización de la Madre Laura, la primera Santa colombiana, junto a los mártires y la religiosa mexicana Madre Lupita.
Nota: la resistencia de Otranto logró retrasar a los musulmanes, lo que permitió derrotarlos antes de que tomen Roma y luego Europa.
VATICANO, 12 May. 13 / 09:52 am (ACI/EWTN Noticias).- Esta mañana el Papa Francisco presidió la Misa por la canonización de los 813 mártires de Otranto, de la Madre Laura Montoya, la primera santa de Colombia, y la Madre María Guadalupe García Zavala, Madre Lupita, de México.
En su homilía, frente a la multitud de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre señaló que hoy “nos reunimos con alegría para celebrar una fiesta de la santidad. Damos gracias a Dios que ha hecho resplandecer su gloria, la gloria del Amor, en los Mártires de Otranto, la Madre Laura Montoya y la Madre María Guadalupe García Zavala”.
“Saludo a todos los que han venido a esta fiesta – de Italia, de Colombia, de México y de otros países – y les doy las gracias”.
El Papa pidió que “miremos a los nuevos santos a la luz de la palabra de Dios que hemos proclamado. Una palabra que nos invita a la fidelidad a Cristo, incluso hasta el martirio; nos ha llamado a la urgencia y la hermosura de llevar a Cristo y su Evangelio a todos; y nos ha hablado del testimonio de la caridad, sin el cual, incluso el martirio y la misión, pierden su sabor cristiano”.
Francisco indicó que “hoy la Iglesia propone a nuestra veneración una multitud de mártires, que juntos fueron llamados al supremo testimonio del Evangelio, en 1480”.
“Casi 800 personas, supervivientes del asedio y de la invasión de Otranto, fueron decapitadas en las afueras de la ciudad. No quisieron renegar de la propia fe y murieron confesando a Cristo resucitado. ¿Dónde encontraron la fuerza para permanecer fieles? Precisamente en la fe, que nos hace ver más allá de los límites de nuestra mirada humana, más allá de la vida terrena, hace que contemplemos ‘los cielos abiertos’ – como dice san Esteban – y a Cristo vivo a la derecha del Padre”.
El Papa exhortó a que “conservemos la fe que hemos recibido y que es nuestro verdadero tesoro, renovemos nuestra fidelidad al Señor, incluso en medio de los obstáculos y las incomprensiones”.
“Dios no dejará que nos falten las fuerzas ni la serenidad. Mientras veneramos a los Mártires de Otranto, pidamos a Dios que sostenga a tantos cristianos que, precisamente en estos tiempos y en tantas partes del mundo, ahora, todavía sufren violencia, y les dé el valor para ser fieles y para responder al mal con el bien”.
Al referirse a la primera santa colombiana, el Papa señaló que “Santa Laura Montoya fue instrumento de evangelización primero como maestra y después como madre espiritual de los indígenas, a los que infundió esperanza, acogiéndolos con ese amor aprendido de Dios, y llevándolos a Él con una eficaz pedagogía que respetaba su cultura y no se contraponía a ella”.
“En su obra de evangelización Madre Laura se hizo verdaderamente toda a todos, según la expresión de San Pablo. También hoy sus hijas espirituales viven y llevan el Evangelio a los lugares más recónditos y necesitados, como una especie de vanguardia de la Iglesia”.
Francisco subrayó que “esta primera santa nacida en la hermosa tierra colombiana nos enseña a ser generosos con Dios, a no vivir la fe solitariamente - como si fuera posible vivir la fe aisladamente -, sino a comunicarla, a irradiar la alegría del Evangelio con la palabra y el testimonio de vida allá donde nos encontremos”.
“La fidelidad hasta la muerte de los mártires, la proclamación del Evangelio a todos se enraízan, tienen su raíz, en el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, y en el testimonio que hemos de dar de este amor en nuestra vida. Santa Guadalupe García Zavala lo sabía bien”.
La santa mexicana, señaló el Papa, “renunciando a una vida cómoda – cuánto daño hace una vida cómoda, el bienestar, el aburguesamiento del corazón nos paraliza – y ella renunciando a una vida cómoda para seguir la llamada de Jesús, enseñaba a amar la pobreza, para poder amar más a los pobres y los enfermos”.
“Madre Lupita se arrodillaba en el suelo del hospital ante los enfermos, ante los abandonados para servirles con ternura y compasión. Y esto se llama tocarla carne de Cristo”.
El Santo Padre señaló que “los pobres, los abandonados, los enfermos, los marginados son la carne de Cristo. Y Madre Lupita tocaba la carne de Cristo y nos enseñaba esta conducta de no avergonzarnos, no tener miedo, no tener repugnancia de tocar la carne de Cristo. Madre Lupita había entendido que significa esto de ‘tocar la carne de Cristo’”.
“También hoy sus hijas espirituales buscan reflejar el amor de Dios en las obras de caridad, sin ahorrar sacrificios y afrontando con mansedumbre, con constancia apostólica (hypomon?), soportando, y con valentía cualquier obstáculo”.
El Papa señaló que “esta nueva santa mexicana nos invita a amar como Jesús nos ha amado, y esto conlleva no encerrarse en uno mismo, en los propios problemas, en las propias ideas, en los propios intereses, en ese pequeño mundito que nos hace tanto daño, sino salir e ir al encuentro de quien tiene necesidad de atención, compresión y ayuda, para llevarle la cálida cercanía del amor de Dios, a través de gestos concretos de delicadeza, de afecto sincero y de amor”.
“La fidelidad a Jesucristo y a su Evangelio, para anunciarlo con la palabra y con la vida, dando testimonio del amor de Dios con nuestro amor, con nuestra caridad hacia todos: son ejemplos luminosos de enseñanzas que nos ofrecen los santos que hemos proclamado hoy, pero que también cuestionan nuestra vida de cristianos: ¿Cómo es mi fidelidad al Señor?”.
El Papa exhortó a los fieles a llevar “con nosotros esta pregunta, para pensarla durante la jornada: ¿Cómo soy fiel a Cristo? ¿Soy capaz de ‘hacer ver’ mi fe con respeto, pero también con valentía? ¿Estoy atento a los otros? ¿Percibo quién padece necesidad? ¿Veo a los demás como hermanos y hermanas que debo amar?”.
“Pidamos, por intercesión de la Bienaventurada Virgen María y de los nuevos santos, que el Señor colme nuestra vida con la alegría de su amor. Así sea”, concluyó.
¡ Ave María puríssima !
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