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La novela que te hará pensar

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"Otro Génesis posible" - La novela de Daniel Galatro

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jueves, 8 de agosto de 2013

El Hombre y los Dos Arboles


El plan eterno de Dios, Su economía, se nos revela a lo largo de los sesenta y seis libros de las Escrituras. Al principio de las Escrituras, se ve a Dios creando al hombre como centro de toda la creación con el propósito de expresarse. Dios, en Su economía, tenía la intención de que el hombre como centro de todo Su universo le expresará.

EL HOMBRE EN UNA POSICIÓN NEUTRAL
ENTRE LOS DOS ARBOLES

Al principio de la Palabra de Dios, se nos muestran dos árboles, el árbol de vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal (Gn.2). A fin de entender el plan de Dios, el cual se encuentra en la Escritura, debemos tener un entendimiento claro y completo acerca de éstos dos árboles y lo que representan. Después de que Dios creó al hombre, lo puso frente a éstos dos árboles, y toda la vida y el andar del hombre fueron prefigurados como un asunto de disfrutar de un árbol o del otro. Dios instruyó al hombre para que fuera muy cuidadoso acerca de participar de estos dos árboles. Si el hombre se relacionara con ellos de una manera apropiada, él tendria vida; de otro modo tendria muerte. Era una cuestion de vida o de muerte. Como debia vivir y andar el hombre después de ser creado, dependía completamente de cómo se relacionara con estos dos árboles. Dios instruyó al hombre claramente diciéndole que si participaba del segundo árbol, el árbol del conocimiento del bien y del mal, tendría muerte; pero si participaba del primer árbol, el árbol de vida, tendría vida.

¿Qué representan estos dos árboles? Según la revelacion de toda la Escritura, el árbol de vida representa a Dios mismo en Cristo que ha de ser nuestra vida. El árbol de vida se presenta como un símbolo de la vida de Dios en Cristo. El Antiguo y el Nuevo Testamentos presentan al Señor Jesús muchas veces, ya sea como un “árbol” o como un “renuevo” de un árbol. El Señor tiene el título especial de “Renuevo” en Isaías, Jeremías y Zacarías. En la Escritura tambien se usan muchos árboles, están para indicar que Cristo es nuestra porción y nuestro disfrute. Por ejemplo, en el segundo capítulo del Cantar de los Cantares, el Señor Jesús es comparado con un manzano: “Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes. Mes senté bajo Su sombra [el manzano] con gran deleite” (lit) Podemos sentarnos bajo El como la sombra – bajo Su proteccion y sombra - y disfrutar de todas Sus riquezas, que son el fruto del árbol. Otro ejemplo de Cristo como un árbol es la vid, en Juan 15: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos…”

¿Cuál es el significado del segundo árbol, el árbol del conocimiento del bien y del mal? Este árbol representa nada menos que a Satanás, la fuente de la muerte. El segundo árbol lleva consigo la muerte, porque es la mismísima fuente de la muerte. El primer árbol es la fuente de la vida, y el segundo árbol es la fuente de la muerte. En todo el universo sólo Dios mismo es la fuente de la vida, y solo Satanás es la fuente de la muerte. Un versículo que muestra que Dios es la misma fuente de la vida es Salmos 36:9 “Porque contigo está el manantial de la vida”; y un versículo que muestra que Satanás es la fuente de la muerte es Hebreos 2:14 “al que tiene el imperio de la muerte”. El imperio de la muerte está en la mano de Satanás. Así que, desde el mismo principio del tiempo, éstos dos árboles representan dos fuentes: uno, la fuente de la vida, y el otro, la fuente de la muerte.

En el principio, había tres partidos: Dios, el hombre y Satanás. El hombre en inocencia , creado por Dios, estaba en una posición neutral, sin inclinarse a la vida ni a al muerte. Puesto que era posible que el hombre tuviera vida o muerte, estaba en un terreno neutral; pero Dios estaba en el terreno de la vida, y Satanás en el de la muerte. El hombre fue creado neutral en cuanto a Dios y a Satanás. La intencion de Dios para con este hombre neutral e inocente era que tomara a Dios dentro de sí mismo, para que Dios y el hombre, el hombre y Dios, se mezclaran como uno. El hombre entonces contendría a Dios como su vida y expresaría a Dios como el todo. El hombre creado, como centro del universo, cumpliría entonces el propósito de expresar plenamente a Dios. Otra posibilidad, sin embargo, era que al hombre se le indujera a tomar del segundo árbol, la fuente de la muerte. Entonces, como consecuencia, el hombre se mezclaría con el segundo árbol. ¡Ojalá que sean abiertos nuestros ojos para ver que en todo el universo el asunto no es de ética ni de hacer el bien, sino de recibir a Dios como vida o a Satanás como muerte!. Debemos ser liberados del entendimiento ético y moral. No tiene que ver con hacer el bien o el mal, sino de recibir a Dios como vida o a Satanás como muerte. ¡Es importante que veamos claramente estos tres partidos!. Dios, a un lado , es la vida, representado por el árbol de la vida; Satanás, al otro lado es la fuente de la muerte, representado por el árbol del conocimiento; y Adán, en el centro, está en una posición neutral con dos manos receptoras. A su mano derecha él puede tomar a Dios, o a su izquierda, a Satanás.

EL HOMBRE CORROMPIDO
POR EL ÁRBOL DE LA MUERTE

Pero, como sabemos, Adán fue inducido a tomar la segunda fuente, el árbol de la ciencia, dentro de sí mismo. Esto no fue simplemente un asunto de hacer algo incorrecto. ¡No! Fue mucho más serio que quebrantar la ley y el reglamento de Dios. El significado de que Adán tomara el fruto del árbol de la ciencia fue que él recibió a Satanás dentro de sí mismo. Adán no tomó la rama de ese árbol; él tomó el fruto del árbol. El fruto contiene el poder reproductor de la vida. Por ejemplo, cuando el fruto de un duraznero se planta en la tierra, pronto retoña otro duraznero pequeño. Adán era la “tierra”. Cuando él como tierra que era, tomó el fruto del árbol de la ciencia dentro de sí mismo, recibió a Satanás, el cual entonces creció en él. ¡Oh, esto no es un asunto de poca importancia! No son muchos los cristianos que han comprendido la caída de Adán de esta manera. El fruto de Satanás fue sembrado en Adán tal como una semilla en la tierra; de esta manera, Satanás creció en Adán y llegó a ser parte de él.

Ahora necesitamos descubrir en qué parte de Adán fue recibido Satanás. Cuando Adán cayó en el huerto, Satanás no entró sólo en Adán, sino que él todavía permanece en la raza humana. ¿Dónde está localizado él en la raza humana? Como hemos visto en estos capítulos, nosotros somos un ser tripartito: espíritu, alma y cuerpo. Miremos el cuadro. Cuando Adán tomó el fruto del árbol, ¿en qué parte de su ser entró? Por supuesto, entró en su cuerpo, porque Adán lo comió. Aunque esto es lógico y razonable, necesitamos una base bíblica para confirmar que algo de Satanás está en nuestro cuerpo. Leamos Romanos 7:23: “Pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente”. La palabra “otra” no es una buena traducción. Debería ser “una ley diferente”, es decir, una ley de categoría diferente. Se pueden tener tres leyes de la misma categoría, por ejemplo la primera y “otras” dos. Pero aquí el griego significa una ley de una categoría contrastante. “Pero veo una ley diferente en mis miembros (los miembros son las partes el cuerpo), que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros”, es decir, las partes del cuerpo.

¿Qué es la ley del pecado? Pablo dijo: “ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí” (Ro. 7:20), y: “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). Aquí tenemos el contraste entre “ya no yo, sino el pecado”, y “ya no yo, mas Cristo”. Cristo es la incorporación de Dios, pero el pecado es la incorporación de Satanás. La palabra “pecado” en Romanos 7 debería haberse escrito con mayúscula, ya que allí está personificado. Es como una persona, porque el Pecado puede morar en nosotros y forzarnos a hacer cosas en contra de nuestra voluntad (Ro. 7:17, 20). Es aun más fuerte que nosotros. Romanos 6:14 dice: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros”. Es mejor traducirlo: “Porque el Pecado no tendrá el señorío sobre vosotros”, o bien: “Porque el Pecado no será señor sobre vosotros”. El pecado puede ser señor sobre nosotros; por lo tanto, el Pecado debe de ser el maligno, Satanás. Mediante la caída, Satanás entró en el hombre como Pecado, y está gobernándole, dañándole, corrompiéndole y dominándole. ¿En qué parte? Satanás está en los miembros del cuerpo del hombre.

El cuerpo del hombre según fue creado originalmente por Dios era muy bueno, pero ahora ha llegado a ser la carne. El cuerpo era puro, puesto que fue creado bueno, pero cuando el cuerpo fue corrompido por Satanás, se convirtió en carne. Pablo dijo: “en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien” (Ro. 7:18). Por medio de la caída, Satanás vino a morar en nuestro cuerpo, haciendo que nuestro cuerpo se convirtiera en carne, es decir, un cuerpo dañado y arruinado.

El libro de Romanos utiliza dos términos: “el cuerpo del pecado” (6:6) y “este cuerpo de muerte” (7:24). El cuerpo es llamado “el cuerpo del pecado” porque el Pecado está en el cuerpo. El cuerpo simplemente llegó a ser la residencia del Pecado, el cual es la incorporación de Satanás. ¿Qué es entonces, “el cuerpo de muerte”? La fuente y el poder de la muerte es Satanás. El Pecado es la incorporación de Satanás, y la muerte es el resultado o el efecto de Satanás. Este cuerpo corrompido y adulterado es llamado “el cuerpo del pecado”, y “este cuerpo de muerte”, porque este cuerpo llegó a ser la residencia misma de Satanás. Tanto el pecado como la muerte están relacionados con Satanás. El “cuerpo del pecado” significa que el cuerpo es pecaminoso, y que está corrompido y esclavizado por el Pecado; el “cuerpo de muerte” significa que el cuerpo está debilitado y lleno de muerte. El cuerpo es una cosa satánica y diabólica, debido a que Satanás mora en este cuerpo. Todas las concupiscencias están en este cuerpo corrompido, el cual es llamado la carne. La Palabra revela que la concupiscencia es “los deseos de la carne” (Gá. 5:16). La carne es el cuerpo corrompido lleno de deseos, en el cual reside Satanás. Ahora usted ve que la caída del hombre no fue sólo un asunto de que el hombre cometiera algo contra Dios, sino de que el hombre recibiera a Satanás dentro de su cuerpo. Desde el momento de la caída, Satanás mora en el hombre. Esto es lo que sucedió cuando el hombre participó del segundo árbol.

Ya que Satanás y el hombre se hicieron uno mediante el segundo árbol, Satanás ya no está fuera del hombre, sino en el hombre. El príncipe del aire, Satanás mismo, está operando en los hijos de desobediencia (Ef. 2:2). Satanás estaba gozoso, jactándose de que había logrado apoderarse del hombre. Mas parece que Dios, quien aún estaba fuera del hombre, dijo: “Yo me encarnaré. Satanás se forjó dentro del hombre, ahora Yo entraré en el hombre y me vestiré del hombre”. ¿Ve usted la complicada situación? Dios se vistió de este hombre, en el cual Satanás estaba, por medio de la encarnación. Cuando Dios se encarnó como hombre, la clase de hombre con que El se vistió estaba en una humanidad corrompida por Satanás. El hombre, para el tiempo de Su encarnación, ya no era un hombre puro, sino un hombre arruinado y corrompido por Satanás. Leamos Romanos 8:3: “Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado”, no de “carne pecaminosa”, como lo dice la Versión King James en inglés, sino “carne de pecado”. Cuando el Señor Jesús se encarnó en la carne, El tenía la “semejanza de carne de pecado”. No había pecado dentro de El, sino que estaba la “semejanza de carne de pecado”. El pecado estaba en el hombre corrompido, pero no había pecado dentro del Señor Jesús; sólo tenía la semejanza de la carne de pecado. El Antiguo Testamento muestra esto con el tipo de la serpiente de bronce sobre el asta. Aquella serpiente, hecha de bronce, era un tipo de Cristo (Jn. 3:14). Cuando Cristo estaba en la cruz, El era un hombre que tenía “la semejanza” de la serpiente. La serpiente es Satanás, el diablo, el enemigo de Dios, pero cuando Cristo se encarnó como hombre, El tuvo la semejanza de la carne pecaminosa, la cual es la semejanza de Satanás. Es bastante difícil que alguien entienda esto fácilmente. Esto es realmente muy complicado. Permítame repetir. El hombre fue creado puro, pero un día Satanás entró en él para poseerlo. Satanás estaba gozoso, pensando que había logrado apoderarse del hombre. Luego Dios se vistió del hombre que tenía a Satanás dentro de sí.

EL HOMBRE LIBERADO DEL ÁRBOL DE LA MUERTE

Después de que Dios se hizo hombre, y se vistió de ese hombre el cual tenía a Satanás dentro de sí, Dios llevó a ese hombre a la cruz. Satanás pensó que había tenido éxito, pero sólo le proporcionó al Señor la manera de darle muerte fácilmente. Por ejemplo, si un ratón está suelto en una casa, es bastante difícil que el dueño de la casa lo atrape. Pero si pone una trampa con un pequeño cebo, el ratón entonces será tentado a tomar el cebo. Al principio, el ratón pensará que ha logrado conseguir el cebo, pero no se dará cuenta de que ha sido atrapado hasta que sea demasiado tarde. Entonces, ya que esté atrapado, es muy fácil que el dueño de la casa venga y lo mate. Del mismo modo, Adán vino a ser una trampa para atrapar a Satanás. Satanás era el ratón “dañino” que corría suelto en el universo. Cuando Satanás llegó a poseer al hombre, pensó que había tenido éxito, pero no se dio cuenta de que había caído en una trampa. Satanás pensó que el hombre era su hogar, pero no sabía que el hombre era una trampa. Pensó que el hombre era su alimento, pero el hombre fue sólo el cebo. Al tomar al hombre, él fue atrapado y aprisionado en el hombre. Posteriormente, el Señor vino y se vistió del hombre para llevarlo a la cruz, “para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte” (He. 2:14). El hombre era la trampa, y el diablo fue atrapado dentro de él. Por medio de la encarnación Dios se vistió del hombre corrompido, y llevó a este hombre a la muerte en la cruz. Al mismo tiempo también se le dio muerte a Satanás, quien estaba dentro de este hombre caído. Así que, por medio de la muerte en la cruz, Cristo destruyó al diablo. Es por esto que Satanás le tiene miedo a la cruz, y es por esto que el Señor nos dijo que tomáramos la cruz. La cruz es la única arma con la cual vencemos a Satanás.

¿Dónde está Satanás? Satanás está en mí, en mi carne. Pero, ¿dónde está mi carne ahora? Miremos Gálatas 5:24: “han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Mi carne, con Satanás en ella, está en la cruz; de esta manera, a Satanás se le da muerte en la cruz. ¡Alabado sea el Señor! ¿Pero es este el fin? No; la sepultura sigue a la muerte. ¡Pero aun la tumba no es el fin! Después de la sepultura, vino la resurrección. El pueblo de Israel entró en el Mar Rojo con Faraón y su ejército, pero ellos fueron resucitados del agua de la muerte sin Faraón y sin su ejército. El Faraón y su ejército fueron sepultados en el agua de la muerte. Cristo llevó al hombre con Satanás a la muerte y a la tumba, y sacó al hombre, sin Satanás, de la muerte y de la tumba. El dejó a Satanás sepultado en la tumba. Ahora este hombre resucitado es uno con Cristo.

EL HOMBRE ES RESUCITADO
POR EL ÁRBOL DE LA VIDA

Permítame preguntarle: ¿Cuándo fue usted regenerado? ¿En 1958? ¡Eso es demasiado tarde! Usted fue regenerado por la resurrección de Cristo (1 P. 1:3). Cuando Cristo fue resucitado, nosotros, los que creemos en El, también fuimos resucitados. Esto se puede comprobar con Efesios 2:5, 6: Dios “nos dio vida juntamente con Cristo ... y juntamente con él nos resucito”. En el momento de la resurrección de Cristo, fuimos resucitados juntamente con El. ¡Oh, debemos ser impresionados con esto! El hombre fue arruinado por Satanás cuando Satanás entró en él. Pero Dios, por medio de la encarnación, se vistió de este hombre, quien tenía a Satanás dentro de sí, llevó a este hombre a la cruz, dio muerte a este hombre que contenía a Satanás, y sepultó a este hombre en la tumba. Entonces él introdujo al hombre en la resurrección, y por medio de esta resurrección el hombre llegó a ser uno con Dios. Por la encarnación Dios entró en el hombre, y por la resurrección el hombre y Dios llegaron a ser uno. Ahora Dios está en el espíritu del hombre.

Tenemos que estar gozosos, pero no demasiado. ¿Por qué? Porque siempre debemos tomar la cruz diariamente. Cada vez que nuestra carne está lejos de la cruz, encontraremos que Satanás está vivo de nuevo. Tenemos que decir: “Aleluya”, porque el Señor Jesús está en nuestro espíritu; pero también debemos estar alerta, porque todavía estamos en la carne. Cuando la carne se aparte de la cruz, el diablo estará vivo de nuevo. Es por esto que debemos vivir siempre en el espíritu, y debemos aplicar la cruz a la carne. Aunque por medio de la caída Satanás entró en el hombre, Satanás fue tratado por el Señor, y ahora por medio de la resurrección el Señor está dentro de nosotros. De ahora en adelante nuestra responsabilidad y deber no es tratar de hacer algo bueno. Hacer el bien sólo nos engañará y nos cegará. Simplemente debemos seguir al Señor en el espíritu y debemos aplicar la cruz a la carne. Esto espontáneamente le dará muerte a Satanás. Aprendamos a practicar sólo esto con sus dos aspectos. Sigamos al Señor en el espíritu, y en la cruz demos muerte a la carne, la cual incluye a Satanás.

¿Entonces cuál será el resultado final? Será simplemente esto: por una parte, tendremos la Nueva Jerusalén, y por otra, el lago de fuego. La Nueva Jerusalén es el Dios Triuno mezclado con el hombre resucitado, y el lago de fuego es la destrucción final de Satanás. El lago de fuego es el lugar para Satanás. Todo lo que no esté relacionado con el Dios Triuno ni con el hombre resucitado, será echado al lago de fuego con Satanás. Solamente habrá un árbol en la Nueva Jerusalén: el árbol de la vida. El otro árbol estará en el lago de fuego. Esta es la conclusión final de toda la Escritura. La Escritura empezó con tres partidos, pero la máxima consumación será la Nueva Jerusalén con sólo el primer árbol en el centro de la ciudad, y el hombre resucitado como la expresión del Dios Triuno. El segundo árbol será lanzado al lago de fuego. Todas las cosas y todas las personas relacionadas con el segundo árbol tendrán el mismo destino que Satanás: aquel lago de fuego.

En conclusión, para nosotros hoy en día, el significado de este cuadro es que la vida cristiana normal no consiste en hacer el bien. La vida cristiana normal es simplemente tomar a Cristo y vivir por Cristo, y siempre dar muerte a la carne, en la cual está Satanás. Es seguir a Cristo en nuestro espíritu y dar muerte a nuestra carne. Entonces llegará el día cuando el Dios Triuno y el hombre resucitado serán una sola expresión: la Nueva Jerusalén con el árbol de la vida como su centro.

Estudio-Vida de la Biblia en Argentina
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