« La Iglesia indefectible
Respecto a los gestos polémicos del Papa Francisco y las críticas de sectores ultratradicionalistas.
Por José Miguel Arráiz
Por varios inexplicables “me gusta” de algunos amigos, me he encontrado en Facebook una conversación deplorable entre unos sujetos que no merecen ni ser mencionados, en donde criticaban al Papa Francisco por haber pedido sentar a un guardia suizo que notó cansado, y le trajo de comer. Quienes le criticaban (personajes de clara tendencia filo-lefebvriana y sedevacantista) lanzaban una serie de comentarios tremendamente vergonzosos.
Para ellos, el Papa, al que apodaban “ambipur” actuaba de esa manera para mostrarse “buena onda” al estilo que le gusta al mundo, aparentar humildad, desprendimiento, y servirse de las cámaras de televisión con el propósito de engañar a los incautos. Todo sería una actuación para la tribuna, algo que era de esperar para un Papa “filojudío“, “más falso que un billete de tres dólares“, al que según ellos “muchos llaman Judas Bergoglio“.
Esta solo fue una de muchas críticas que se pueden encontrar en blogs webs y perfiles de facebook de personas de tendencia lefebvriana, filo-lefebvriana y sedevacantista respecto a los algunos gestos curiosos que el Papa Francisco ha tenido desde que llegó al Pontificado, y que los medios de comunicación han difundido dándoles quizá una importancia excesiva.
A mi realmente no me interesa perder el tiempo discutiendo por qué el Papa usa zapatos negros y no rojos, por qué llama a su vendedor de periódicos o a su dentista para decirle personalmente que no va a volver, por qué prefiere casullas más sencillas, y un largo etc. porque la apologética no está para eso. La esencia del Papado no depende de estas cosas, ni los problemas que tenemos en la Iglesia permiten que perdamos el tiempo como lo hacen estos fariseos criticando estas nimiedades. Pero lo que si me gustaría recordar, es la enseñanza católica sobre el juicio temerario, la maledicencia y la calumnia:
El respeto de la reputación de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra susceptibles de causarles un daño injusto (cf CIC can. 220). Se hace culpable:
—de juicio temerario el que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo;
— de maledicencia el que, sin razón objetivamente válida, manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran (cf Si 21, 28);
— de calumnia el que, mediante palabras contrarias a la verdad, daña la reputación de otros y da ocasión a juicios falsos respecto a ellos.
Para evitar el juicio temerario, cada uno debe interpretar, en cuanto sea posible, en un sentido favorable los pensamientos, palabras y acciones de su prójimo:
«Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve» (San Ignacio de Loyola, Exercitia spiritualia, 22).
La maledicencia y la calumnia destruyen la reputación y el honor del prójimo. Ahora bien, el honor es el testimonio social dado a la dignidad humana y cada uno posee un derecho natural al honor de su nombre, a su reputación y a su respeto. Así, la maledicencia y la calumnia lesionan las virtudes de la justicia y de la caridad.
Catecismo de la Iglesia Católica 2477-2479
En este tipo de críticas se cae en varias faltas de las que aquí el Catecismo señala:
-Juicio temerario: porque estos sujetos no pueden ver la intención del corazón del Papa para saber que actúa con una motivación innoble (fingir falsa humildad para aparentar). Si nadie es quien para juzgar la intención interior del prójimo , mucho menos con el Papa, que también lo es y además Vicario de Cristo.
Calumnia: Poner apodos al Papa, e insultarle, contribuye a arruinar su reputación y honor, y lanzar estas críticas destructivas públicamente agrava la falta porque el daño a la reputación es mayor conforme aumenta el número de personas que las escuchan.
Por supuesto no espero que estos argumentos logren hacer rectificar a estos sujetos. No lo han hecho antes y no es probable que lo hagan ahora, por lo que lo dejo a la gracia de Dios que todo lo puede. Pero si aprovecho a recordar a mis amigos, quienes me leen, que ayudar a difundir este tipo de críticas y opiniones es hacerse partícipe y cómplice de ellas. Las redes sociales tienen un tremendo poder de comunicación, y hacer clic en un “me gusta” en Facebook puede parecer insignificante, pero manda dos mensajes inequívocos: 1) Que estamos de acuerdo con lo que dichos sujetos sostienen 2) Que estoy compartiendo esta opinión con mis amigos, y dejando la posibilidad de que ellos también lo hagan, aumentando el alcance de este tipo de opiniones.
Reflexionemos y no permitamos ser utilizados como instrumentos de Satanás, que siempre quiere “cribar como a trigo” a Pedro y sus sucesores. Estemos prevenidos con quienes así se comportan. Es probable que muchos llamarán a esto “papolatría", yo lo llamo caridad, prudencia y sensatez.
INFOCATOLICA.COM
P.I.S.
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