13.06.13
por Andrés Beltramo
Del Vatican Insider
“No se puede vivir sin amigos", dijo el Papa Francisco a una estudiante italiana hace unos días. En un diálogo improvisado con alumnos de escuelas jesuitas, el 7 de junio pasado, confesó que sigue en contacto a menudo con sus grandes compañeros de Argentina. Varios de ellos, políticos y sindicalistas, viajaron a Roma para compartir “el pan y la sal” con el líder máximo de la Iglesia católica, en un encuentro que duró nada menos que cinco horas.
Todo ocurrió el viernes 24 de mayo en la Casa de Santa Marta, la residencia vaticana de Jorge Mario Bergoglio. Un grupo de argentinos ocupó una larga mesa, sobriamente preparada. Como era previsible, la cabecera estuvo reservada al Papa, en ambos lados los invitados, algunos de los cuales estuvieron acompañados por sus esposas.
El encuentro no fue casual. En realidad se trató del seguimiento de una costumbre que Bergoglio tenía ya en Buenos Aires. Prácticamente todos los viernes el arzobispo almorzaba con estos personajes, en un ambiente distendido y familiar. En Argentina le llamaban “el círculo político íntimo” del cardenal.
Departieron en aquella mesa Oscar Mangone, secretario del sindicato del gas; José María del Corral, director del Instituto San Martín de Tours; Luis Liberman, experto en asuntos educativos y ex director de Educación de Gestión Privada en el gobierno de la ciudad de Buenos Aires; el rabino Daniel Goldman, de la comunidad Bet El y Omar Abul, referente de la comunidad islámica.
Según reveló el diario argentino Ámbito Financiero, tan a gusto estuvo el pontífice que la sobremesa se alargó por varias horas y el almuerzo terminó durando unas cinco horas. Algo común en Argentina, donde el espíritu familiar es una constante cuando se convive con amigos.
Todos degustaron pescado y verduras, un menú típicamente mediterráneo que sólo fue una excusa para el diálogo abierto con el Papa, quien habló libremente de su encuentro con la presidenta argentina, sobre un posible viaje apostólico a su país y sobre sus primeros meses de pontificado.
Francisco se refirió en términos positivos a su reunión con la mandataria Cristina Fernández de Kirchner, con quien también almorzó en privado el 18 de marzo (unos días después de haber sido elegido). “Fue bueno que viniera. Además la vi muy bien", habría dicho.
El grupo también habló de la situación política argentina, que se prepara a las elecciones legislativas de mitad de mandato. Como en otras ocasiones, Bergoglio hizo un llamado a la unidad.
“¿Viajes a la Argentina? No este año, el que viene veremos. No se olviden que soy el Papa de todo el mundo y en materia de viajes tengo que compensar entre los continentes, no sea que digan que prefiero a América Latina. Tengo que ir a Brasil este año y tengo que buscar algún argumento para repetir el continente el año que viene”, confesó.
Ese almuerzo entre amigos recuerda la costumbre habitual del Papa Juan Pablo II de invitar a comer a personas con las cuales quería compartir ideas en un ambiente distendido. Benedicto XVI, por su parte, prefirió siempre reservar su mesa para la familia pontificia, salvo extraordinarias ocasiones.
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