3.06.13
por Luis Fernando
En el ayuntamiento de Barcelona no ha sentado bien que la asociación Jóvenes de San José denunciara en varias televisiones que les habían amenazado con prohibirles atender a los pobres en la calle. Que yo sepa Marcos Vera, portavoz de la asociación, ha asomado por las pantallas de Intereconomía TV y 13TV. Seguramente habrá concedido otras entrevistas a televisiones y radios locales o regionales.
Obviamente no es la única asociación que se dedica a hacer esa labor social. Hay otras en Barcelona. Mayormente católicas. Pero al ayuntamiento sigue sin gustarles que alguien haga lo que el evangelio pide hacer. Atender a los samaritanos tendidos en el suelo. Ya sabemos que en muchos casos, las personas que están así padecen trastornos mentales. Pues bien, mayor razón para atenderles. Y no basta con darles de comer. Hay que proporcionarles un calor humano que vale tanto o más que una comida caliente. Lo explica muy bien en la noticia de La Vanguardia Meritxell Pellez, que todos los jueves reparte comida a los más necesitados con la Comunidad de San Egidio. Desde los servicios sociales públicos se puede alimentar el cuerpo pero no el alma.
¿Cuál ha sido la reacción del ayuntamiento ante las críticas recibidas? Pues amenazar con inspecciones de sanidad. Dicen que quieren proteger a los necesitados de posibles intoxicaciones alimenticias. Como si los católicos que se dedican a atenderles les llevaran alimentos caducados o en mal estado. ¿Acaso de sabe de algún pobre que en los últimos años haya tenido que ser atendido en urgencias por comer una lata de sardinas en mal estado? Obviamente no. Con lo cual, estamos ante una nueva medida de presión repugnante, intolerable e inhumana de un ayuntamiento que va camino de convertirse en ejemplo de la peor podredumbre moral por parte de una administración pública.
Creo que esto ya pasa de castaño oscuro. El alcalde de la Ciudad Condal, Xavier Trias, va a pasar a ser un icono de la desvergüenza de la clase política en Cataluña y el resto de España. Una clase que no goza precisamente de buena fama, dados los caos de corrupción, mangoneo e ineptitud en la gestión.
Sinceramente cabe preguntarse: ¿Para esto tenemos políticos? ¿para que se dediquen a hacer la vida imposible a los que atienden a los pobres en la calle?
Alguien debe decir ¡Basta ya! y poner a esos señores en el lugar que se merecen. Que no es el de servidores de los ciudadanos.
Luis Fernando Pérez Bustamante
INFOCATOLICA.COM
PIS
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