Viendo Jesús la fe que tenían, dijo al paralítico:
"Hijo, tus pecados te son perdonados".
Unos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar:
"¿Cómo se atreve a decir eso? ¡Blasfema! ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?"
Conociendo Jesús lo que estaban pensado, les dijo:
"Por qué piensan así en su interior? ¿Qué es más fácil? ¿Decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados; o decirle: Levántate, toma tu camilla y camina? Pues ahora sabrán que el Hijo del hombre tiene poder en
la tierra para perdonar los pecados".
Entonces se dirigió al paralítico y le dijo:
"Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".
El paralítico se puso en pie, tomó en seguida la camilla y salió a la vista de todos, de modo que todos se quemaron maravillados y daban gloria a Dios diciendo:
"¡Jamás habíamos visto una cosa semejante!"
Palabra del Señor.
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