En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea y, dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaún, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías: Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos; el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo:
"Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos".
Y andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia.
Su fama se extendió por toda Siria y le llevaban a todos los aquejados por diversas enfermedades y dolencias, a los poseídos, epilépticos y paralíticos, y él los curaba.
Lo seguían grandes muchedumbres venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.
Mateo 4, 12-17.23-25
Los seres humanos siempre hemos intentado descorrer el velo que nos oculta el futuro. Personas que llamamos "profetas" son nuestra herramienta para ello.
¿Estaremos preparados?
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