John Harbaugh, de 51 años, ex jugador y ahora entrenador de fútbol americano y ganador de la SuperBowl de 2013 a su propio hermano (ambos católicos practicantes), participó recientemente en la cena y misa de Catholic Athlets for Christ [Deportistas Católicos por Cristo], y concedió en mayo una entrevista al National Catholic Register donde volvió a expresar con nitidez sus convicciones cristianas.
Y sus respuestas muestran una fe que va más allá de lo aprendido en casa o en la parroquia, y muestran una formación seria y un interés personal en procurársela.
"La misa me recuerda que cada sacerdote, hoy, puede remontar su linaje hasta Jesús. Hay una sucesión ininterrumpida de obispos que han ordenado sacerdotes durante siglos, de modo que todos y cada uno de los sacerdotes católicos están verdaderamente unidos a Jesús de forma sacramental. Es algo extraordinario e irreemplazable que nos ofrece hoy la Iglesia", afirma cuando le preguntan por su decisión de reimplantar una misa regular para los jugadores y miembros del equipo técnico de los Baltimore Ravens que quisieran asistir.
John confiesa que su versículo favorito del Antiguo Testamento en Proverbios 3, 5: "Confía en Yahveh de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia". Hubo de ponerlo en práctica, porque su mujer y él no tenían hijos y eso les causaba gran angustia: "Finalmente decidimos dejar correr las cosas que escapan a nuestro control y confiarlas a Dios. Comprendimos que si Dios no quería darnos hijos, sería lo mejor para nosotros. Él siempre hace cosas para nuestro bien, aunque no lo parezca. Pues bien, esa decisión no sólo trajo paz a mi mente, sino, paradójidamente, nos trajo a nuestra hija, que ahora tiene doce años. Cuando dejamos de pedir que las cosas saliesen como nosotros queríamos y reconocimos la superioridad y sabiduría de Dios, todo nos fue muy bien".
Y añade que su libro favorito del Nuevo Testamento es el Evangelio de San Juan, y en particular Jn 14, 15: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos". "Es una gran explicación", afirma, "de cómo el amor y la obediencia van de la mano. Podemos decir que amamos a Dios, pero sólo es verdad si cumplimos sus mandamientos... Cuando la voluntad de Dios se convierte en el deseo de nuestro corazón, sus grandes planes para nuestra vida se hacen realidad".
Trío de pitchers católicos
Esta calidad teológica en las respuestas de seglares que viven en una profesión de primer nivel de exigencia que apenas deja tiempo para otra cosa pone de manifiesto la importancia de una buena formación católica recibida en la infancia y la juventud. Trent Beattie suele sacarla a relucir cuando les entrevista para National Catholic Register, donde esas estrellas del deporte destacan además por una fe estudiada y vivida a fondo.
Es el caso de Joe Wieland, de 24 años, pitcher de los San Diego Padres y figura emergente del béisbol que se recupera de una grave lesión de codo. Recuerda que al principio no pensaba mucho en la religión, hasta que comprendió que todas sus habilidades deportivas "se debían a la bondad y generosidad de Dios". Acudió a algunos retiros espirituales que fortalecieron su fe.
Y declara que lo que más le atrae de la Iglesia es la eucaristía: "En cada misa tiene lugar un milagro sobre el altar. No lo vemos con los ojos, pero el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Es un verdadero milagro, y me considero un privilegiado por participar de él". Asimismo, defiende el sacramento de la confesión: "Todos caemos, así que no podemos recibir la Eucaristía, necesitamos estar en gracia. Por eso es tan útil la confesión. A muchas personas les angustia ir, hasta el punto de escapar de ella, pero no deberíamos prestar atención a cómo nos sentimos antes de ir, sino a cómo nos sentimos después. No hay nada como que te digan que Jesús, por boca del sacerdote, te ha perdonado tus pecados. Ser sincero con lo que has hecho mal es muy humillante, pero la gracia que recibes a cambio vale la pena. Incluso si no tienes pecados mortales, es un alivio librarte de los veniales que hayas acumulado".
Justin de Fratus, pitcher de 26 años de los Filadelfia Phillies, ofrece respuestas similares. Educado como católico, el testimonio, a través de un DVD, de otros jugadores como él católicos practicantes "encendió el fuego de la fe", dice, dormida por la escasa práctica religiosa que permite una vida de continuos viajes. Por último, una lesión en 2012 que considera "una bendición de Dios" le permitió parar y pensar, y ver lo que de verdad importa en la vida: "Amar a Dios y cumplir su voluntad".
Entre las cosas más motivadoras de la Iglesia para él figura "ser parte de una comunidad de creyentes. Algunas personas tienden a ver la religión como algo ´entre Dios y yo´ y nadie más. Pero hay que recordar que cuando Dios se hizo hombre fundó a una Iglesia a la que debían pertenecer todos sus seguidores. Realmente me gusta ese aspecto fraternal de ser cristiano: estás en un equipo, el equipo de Dios".
Y habituado a convivir en ámbitos protestantes, señala algo como "lo más importante": "Que la Iglesia católica la fundó directamente Jesucristo. Como católicos, podemos trazar nuestra ascendencia a través de los obispos durante siglos, hasta los primeros, los apóstoles, y luego, por supuesto, Jesús mismo... Sin una autoridad central basada en el Papado, cada persona crea su propia religión y se multiplican las denominaciones".
Para completar el trío de pitchers, Jeff Suppan, de 39 años, ahora compañero de Fratus pero entrevistado por Beattie cuando estaba en Milwakee Brewers. Se acaba de retirar en enero, y podrá hacer realidad ahora el proyecto que le confió entonces: "Ir a misa diariamente".
Es un gran admirador de Santa Teresita del Niño Jesús y considera la oración como "lo más importante para cualquiera. No importa dónde estés o qué estés haciendo, tienes que rezar todos los días. La comunicación con Dios es un aspecto esencial de la vida cristiana. No hay sustituto para eso". Y apunta un consejo: "Tener un director espiritual ortodoxo. Sin su consejo, es casi seguro que te equivocarás en tus percepciones sobre ti mismo y sobre los demás, y tomarás malas decisiones".
Hacerlo todo por amor a Dios.
Obviamente por humildad propia, Don Bosco decía que Santo Domingo Savio ¡convertía a más chicos jugando al fútbol que él en sus sermones!
¡ Ave María puríssima !
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