El papa Benedicto XVI indicó: “La salvación no es inmediata ni llegará para todos. El infierno es una posibilidad real”, señaló el máximo jerarca de la Iglesia católica durante un encuentro con párrocos en la Diócesis de Roma: “el infierno del que se habla poco en este tiempo, existe y es eterno”, y agregó que no está vacío.
En la encíclica Spe Salvi nº 45:
“Puede haber personas [pero en latín está: sunt quidam (es decir, “hay algunos”)] que han destruido totalmente en sí mismas el deseo de la verdad y la disponibilidad para el amor. Personas en las que todo se ha convertido en mentira; personas que han vivido para el odio y que han pisoteado en ellas mismas el amor. Ésta es una perspectiva terrible, pero algunas figuras de nuestra propia historia dejan entrever, de manera pavorosa, perfiles de ese tipo. En semejantes individuos no habría ya nada remediable [en latín está: nihil sanabile invenias (es decir, “nada de remediable encuentres”)] y la destrucción del bien sería irrevocable: esto es lo que se indica con la palabra infierno”. Los corchetes son del P.Mucci; las explicaciones entre paréntesis son nuestras.
Según el Pontífice, por lo tanto, hay personas —sunt quidam— que se condenan. Y, por lo tanto, el infierno no está vacío...
En Fátima, la Santísima Virgen María le dijo a los tres niños videntes que muchas almas van al infierno porque no tienen a nadie que rece o haga sacrificios por ellas. En sus Memorias, la Hermana Lucía describe la visión del infierno que Nuestra Señora les mostró a los niños en Fátima:
"Ella abrió Sus manos una vez más, como lo había hecho los dos meses anteriores. Los rayos [de luz] parecían penetrar la tierra y vimos, por decirlo así, un vasto mar de fuego. Sumergidos en este fuego estaban los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas con forma humana. Llevados por las llamas que de ellos mismos salían, juntamente con horribles nubes de humo, flotaban en aquel fuego y caían para todos los lados igual que las pavesas en los grandes incendios sin peso y sin equilibrio, entre gritos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de espanto. ( debió haber sido este espectáculo lo que me hizo gritar, como dice la gente que así me escuchó). Los demonios se distinguían por formas horribles y repugnantes de animales espantosos y desconocidos pero transparentes igual que carbones encendidos. Esa visión duró sólo un momento, gracias a nuestra bondadosa Madre Celestial, Quien en la primera aparición había prometido llevarnos al Cielo. Sin esto, creo que hubiéramos muerto de terror y miedo."
Comentario:
Quienes niegan que el infierno recibe miles de almas por día, están diciendo que mienten muchísimos Santos que lo han visto pobladísimo, místicos de la talla como Santa Faustina o santos como los pastorcitos de Fátima.
Dice Santa Faustina que la mayoría de quienes están en el infierno, son quienes no creían en él. Se podría agregar que ninguno de los condenados creía en la Justicia, es decir en Dios, que es perfecta Justicia, porque quien rechaza Su infinita Misericordia al no arrepentirse antes de morir, se enfrenta con Su Justicia a rajatabla y para comprender lo severa que es la Justicia, basta meditar La Pasión, porque allí Cristo nos mostró qué tan grave es la pena por nuestros pecados, pena que Él ya pagó pero cuyos méritos no se aplican si no nos arrepentimos.
La negación del purgatorio o de que las almas ardan allí, lleva a no rezar por los difuntos para aliviar sus penas, o a ofrecer misas y oraciones por los difuntos sin saber por qué (ilógica total).
La negación de la pena del infierno, en realidad es una negación de la Justicia y lleva a:
En Fátima, la Santísima Virgen María le dijo a los tres niños videntes que muchas almas van al infierno porque no tienen a nadie que rece o haga sacrificios por ellas. En sus Memorias, la Hermana Lucía describe la visión del infierno que Nuestra Señora les mostró a los niños en Fátima:
"Ella abrió Sus manos una vez más, como lo había hecho los dos meses anteriores. Los rayos [de luz] parecían penetrar la tierra y vimos, por decirlo así, un vasto mar de fuego. Sumergidos en este fuego estaban los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas con forma humana. Llevados por las llamas que de ellos mismos salían, juntamente con horribles nubes de humo, flotaban en aquel fuego y caían para todos los lados igual que las pavesas en los grandes incendios sin peso y sin equilibrio, entre gritos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de espanto. ( debió haber sido este espectáculo lo que me hizo gritar, como dice la gente que así me escuchó). Los demonios se distinguían por formas horribles y repugnantes de animales espantosos y desconocidos pero transparentes igual que carbones encendidos. Esa visión duró sólo un momento, gracias a nuestra bondadosa Madre Celestial, Quien en la primera aparición había prometido llevarnos al Cielo. Sin esto, creo que hubiéramos muerto de terror y miedo."
Comentario:
Quienes niegan que el infierno recibe miles de almas por día, están diciendo que mienten muchísimos Santos que lo han visto pobladísimo, místicos de la talla como Santa Faustina o santos como los pastorcitos de Fátima.
Dice Santa Faustina que la mayoría de quienes están en el infierno, son quienes no creían en él. Se podría agregar que ninguno de los condenados creía en la Justicia, es decir en Dios, que es perfecta Justicia, porque quien rechaza Su infinita Misericordia al no arrepentirse antes de morir, se enfrenta con Su Justicia a rajatabla y para comprender lo severa que es la Justicia, basta meditar La Pasión, porque allí Cristo nos mostró qué tan grave es la pena por nuestros pecados, pena que Él ya pagó pero cuyos méritos no se aplican si no nos arrepentimos.
La negación del purgatorio o de que las almas ardan allí, lleva a no rezar por los difuntos para aliviar sus penas, o a ofrecer misas y oraciones por los difuntos sin saber por qué (ilógica total).
La negación de la pena del infierno, en realidad es una negación de la Justicia y lleva a:
- Que se envilezca la confesión:
a) al no haber pena (infierno, purgatorio), no hay pecado, en especial pecados graves (que sin arrepentimiento genuino nos condenan al infierno).
b) muchos ya ni dan penitencia (que nos reduce o evita la pena atroz del purgatorio).
c) algunos Sacerdotes ya ni se confiesan o lo hacen rara vez.
- Que se descrea en la importancia de las indulgencias (si no hay pena, no es necesario una indulgencia para pagarla).
- Que no se rece por las almas que morirán en el día, librando la batalla final contra Satanás que utilizará todo su poder y sus huestes para llevarse esa alma: ¡miles van al infierno por esa omisión!
- Que se cancele el servicio sacerdotal de urgencia (al no haber condenados, no hay urgencia).
- Que no se de importancia a la necesidad de recibir la unción de los enfermos y el viático antes de morir: miles de almas se pierden por esta herejía!
Es gravísima la tendencia de Sacerdotes y fieles de canonizar por mano propia a los recién fallecidos: "seguro ya está en el Cielo". Es una herejía negar la posibilidad de infierno o purgatorio, a no ser que se tenga certeza absoluta de que la persona hizo un acto de contricción perfecto justo antes de morir con indulgencia plenaria (por ejemplo, besando un crucifijo) o que lleve impuesto el escapulario muriendo en sábado.
Para comprender la relación directa entre Justicia y Misericordia se recomienda leer el Diario de Santa Faustina, que se descarga gratis enwww.Divina-Misericordia.org Biblioteca.
No puede haber misericordia sin justicia y viceversa. Si no hay justicia, no es necesario la misericordia para perdonar, porque no hubo condena. Si no hay misericordia, no puede haber justicia "justa", porque se condenaría incluso al inocente (por ejemplo, parecería injusto que los justos muertos antes de la resurrección de Cristo, permanezcan en el limbo por toda la eternidad, y sin embargo, si Cristo no nos redimía, eso cumplía con la pena debida por el pecado original).
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**Visita: http://elportaldeolgaydaniel.blogspot.com.ar/
a) al no haber pena (infierno, purgatorio), no hay pecado, en especial pecados graves (que sin arrepentimiento genuino nos condenan al infierno).
b) muchos ya ni dan penitencia (que nos reduce o evita la pena atroz del purgatorio).
c) algunos Sacerdotes ya ni se confiesan o lo hacen rara vez.
- Que se descrea en la importancia de las indulgencias (si no hay pena, no es necesario una indulgencia para pagarla).
- Que no se rece por las almas que morirán en el día, librando la batalla final contra Satanás que utilizará todo su poder y sus huestes para llevarse esa alma: ¡miles van al infierno por esa omisión!
- Que se cancele el servicio sacerdotal de urgencia (al no haber condenados, no hay urgencia).
- Que no se de importancia a la necesidad de recibir la unción de los enfermos y el viático antes de morir: miles de almas se pierden por esta herejía!
Es gravísima la tendencia de Sacerdotes y fieles de canonizar por mano propia a los recién fallecidos: "seguro ya está en el Cielo". Es una herejía negar la posibilidad de infierno o purgatorio, a no ser que se tenga certeza absoluta de que la persona hizo un acto de contricción perfecto justo antes de morir con indulgencia plenaria (por ejemplo, besando un crucifijo) o que lleve impuesto el escapulario muriendo en sábado.
Para comprender la relación directa entre Justicia y Misericordia se recomienda leer el Diario de Santa Faustina, que se descarga gratis enwww.Divina-Misericordia.org Biblioteca.
No puede haber misericordia sin justicia y viceversa. Si no hay justicia, no es necesario la misericordia para perdonar, porque no hubo condena. Si no hay misericordia, no puede haber justicia "justa", porque se condenaría incluso al inocente (por ejemplo, parecería injusto que los justos muertos antes de la resurrección de Cristo, permanezcan en el limbo por toda la eternidad, y sin embargo, si Cristo no nos redimía, eso cumplía con la pena debida por el pecado original).
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