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Cuando el cardenal protodiácono Jean-Louis Taurán pronunció el “Habemus papam” y comunicó el nombre del nuevo Papa, todos quedaron sorprendidos. Fieles, medios de comunicación y obispos de todo el mundo. En esos minutos de conmoción, la Conferencia Episcopal Italiana mandó a todos los periodistas un mensaje de felicitación al nuevo pontífice. Con un detalle imposible de minimizar: el telegrama saludaba la elección al trono de San Pedro del arzobispo de Milán, Angelo Scola.
A las 20:23 horas romanas del 13 de marzo, de la Oficina Nacional para las Comunicaciones Sociales de la CEI partió un correo electrónico con el error de identidad y 45 minutos más tarde, a las 21:08, se mandó la corrección. La nota era firmada por el secretario general de la conferencia Mariano Crociata. Aquí el contenido:
“Alegría y reconocimiento. El secretario general expresa los sentimientos de la entera Iglesia italiana al acoger la noticia de la elección del cardenal Angelo Scola a sucesor de Pedro. El misterio de la Iglesia –cuerpo vivo, animado por el Espíritu Santo, que vive realmente de la fuerza de Dios- constituye por todos nosotros la razón y la pasión de la vida. Al nuevo Papa, con las últimas palabras de Benedicto XVI, la Iglesia italiana promete ya desde ahora una incondicionada reverencia y obediencia”.
Resulta aún más extraño todo el asunto porque ese párrafo era un extracto de un documento mucho más amplio, que fue incluido en el cuerpo del correo electrónico. Pero, cuando se abre el archivo anexo, dentro aparece el nombre de Jorge Mario Bergoglio.
De todas maneras no deja de ser significativo el error. Demuestra cuán inesperada fue la elección de Francisco. El error pareció ser la manifestación de la seguridad que tenían los obispos italianos sobre la elección de un nuevo Papa de su país.
En la vigilia del Cónclave todos los diarios italianos daban como “puntero” de los “papables” al propio Scola. De hecho, según filtraciones periodísticas no mejor identificadas, la votación debía dirimirse entre el arzobispo de Milán y el pastor de la Arquidiócesis de Sao Paulo en Brasil, Pedro Odilo Scherer. Pero finalmente los cardenales decidieron elegir un Papa traído “desde el fin del mundo”.
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