Tiempo de Navidad
5 de enero
LA FE DE LOS MAGOS
Nacido Jesús en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes, unos Magos llegaron de Oriente a Jerusalén. Habían visto una estrella y, por una gracia especial de Dios, supieron que anunciaba el nacimiento del Mesías que el pueblo hebreo esperaba.
La ocupación de estos sabios –estudiar el firmamento– fue la circunstancia de la que se valió Dios para hacerles ver su voluntad: “Dios les llama por lo que a ellos les era más familiar y les muestra una estrella grande y maravillosa para que les llamara la atención por su misma grandeza y hermosura”. ¿Cómo llegaron a saber con exactitud de qué se trataba? Lo ignoramos, pero ellos lo supieron y se pusieron en marcha.
Sin duda, recibieron una inspiración muy extraordinaria de Dios, que deseaba su presencia en Belén, como había anunciado Isaías: Levanta los ojos y mira en torno tuyo...; de lejos llegan tus hijos.
Serían los primeros de los que llegarían luego, en todos los tiempos, de todas partes. Y ellos fueron fieles a esta gracia.
Dejaron familia, comodidad y bienes. No les debió resultar fácil explicar el motivo del viaje. Y, probablemente sin hacer demasiados comentarios, tomaron lo mejor que tenían para llevarlo como ofrenda, y se pusieron en camino para adorar a Dios.
El viaje tuvo que ser largo y difícil. Pero se mantuvieron firmes en su camino.
Estos hombres decididos y sin respetos humanos nos enseñan lo que hemos de hacer para llegar hasta Jesús, dejando a un lado todo lo que pueda desviarnos o retrasarnos en nuestro camino.
“Algunas veces puede detenernos –en lo que toca a seguir a Jesús hondamente, amorosamente– el miedo al qué dirán, el miedo a que nuestra conducta pueda ser prejuzgada de algún modo extremosa, como exagerada. Ya veis que estos personajes, que nos llenan de alegría las fiestas hogareñas, nos dan una lección de valentía y una lección de no tener en cuenta el respeto humano, que paraliza a muchos hombres que podían estar ya cerca de Cristo, viviendo con Él”.
También nosotros hemos visto la estrella en la intimidad de nuestro corazón, que nos invita al desprendimiento de las cosas que nos atan y a vencer cualquier respeto humano que nos impida llegar a Jesús.
También nosotros hemos visto la estrella en la intimidad de nuestro corazón, que nos invita al desprendimiento de las cosas que nos atan y a vencer cualquier respeto humano que nos impida llegar a Jesús.
“Considerad con qué finura nos invita el Señor. Se expresa con palabras humanas, como un enamorado: Yo te he llamado por tu nombre... Tú eres mío (Is 43, 1). Dios, que es la hermosura.
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