Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 20, 1-4.11-15; 21, 1-2
Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo llevando en la mano la llave del abismo y una gran cadena. Apresó al dragón, la antigua serpiente -que es el diablo y Satanás-, y lo encadenó por mil años. Lo arrojó al abismo, cerró y selló la entrada, para que no pueda seducir más a las naciones hasta hayan pasado los mil años. Pasados los mil años, tendrá libertad por breve tiempo.
Después vi unos tronos, y a los que se sentaron en ellos se les dio poder para juzgar. Y vi a los que habían sido degollados por dar testimonio de Jesús y anunciar la palabra de Dios: los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, los que no se habían dejado marcar ni en su frente ni en sus manos. Todos ellos revivieron y reinaron con Cristo mil años.
Vi luego un trono grande y resplandeciente. Tierra y cielo se ocultaron ante la presencia del que estaba sentado en el trono y desaparecieron sin dejar rastro. Vi también a los muertos, tanto poderosos como humildes, que estaban de pie ante el trono. Fueron abiertos entonces los libros; fue abierto otro libro, el libro de la vida, y los muertos fueron juzgados según sus obras, conforme a lo que estaba escrito en los libros. El mar devolvió sus muertos, la tierra y el abismo devolvieron sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras. Muerte y abismo fueron arrojados después al estanque de fuego. Esta es la segunda muerte: el estanque de fuego, al que fueron también arrojados todos los que no estaban inscritos en el libro de la vida.
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva. Habían desaparecido el primer cielo y la primera tierra y el mar ya no existía. Vi tambien bajar del cielo, enviada por Dios, a la ciudad santa, la nueva Jerusalén, engalanada como una novia que se adorna para su esposo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Enviado por iesvs.org
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